Previsión El tiempo en Sevilla para el Viernes Santo

Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Pedazos de sueños

Hay una clase media que en un mes ha pasado a ser colectivo vulnerable y espera respuestas locales

Cada tarde al ritual de los aplausos sigue en casa una sesión de baile al ritmo de Sobreviviré y otros sones de la pandemia. Viene bien para tonificar un poco el cuerpo y preparar la mente para la noche tras una jornada más donde el tiempo ya no se mide sólo en los relojes. Y mi hija, que ya se ha aprendido la letra de la canción de guateque y nostalgia de los más mayores, se hace sistemáticamente la misma pregunta: ¿cómo se pueden romper los sueños en mil pedazos? En su asombrosa madurez apunta que los sueños no pueden hacerse trizas, porque no son objetos. Como mucho, admite que pueden desaparecer, pero de inmediato apunta que si eso ocurre es porque aparecen otros distintos.

La cuarentena empieza a pasar factura psicológica y cada vez los episodios de insomnio son más frecuentes. Noches en duermevela con la mirada puesta en la persiana, esperando que amanezca. Horas de desesperanza que muchos aprovechan para preparar su reinvención. A la pandemia sanitaria sigue la económica de la que tampoco nadie escapa y que apunta con crueldad a una clase media que durante años se ha barajado con equilibrio en esa categoría, viviendo al límite. Un mes ha sido suficiente para algunas familias para convertirse en colectivo vulnerable, un concepto políticamente correcto para definir ese primer umbral de la pobreza. Pobres de necesidad, como es el comer cada día. El colchón de otras no aguantara más de tres meses.

Un asistente social comentaba estos días cómo el perfil de quienes demandan alimentos o ayuda básica ya ha cambiado. Los sueños de quienes llenaban la hucha de monedas de dos euros para reservar el apartamento en la playa se han roto en mil pedazos y sólo queda la opción de aceptar la realidad, pedir ayuda y ocultar la vergüenza tras la mascarilla.

Hay otra alternativa: soñar otros sueños. Y los ayuntamientos, la primera puerta con la que se topan los ciudadanos, deben afrontar ahora ese importante reto. En estas primeras semanas las noticias de los dispositivos de urgencia social nos llevan a pensar en sin techo, en familias con niños de las Tres Mil Viviendas o el Vacie, en la cara más vulnerable ante cualquier emergencia. Pero hay muchos otros a los que socorrer y probablemente no únicamente en esos barrios pobres de Sevilla que suman una población de 104.000 habitantes. También en otros.

De todo se puede sacar siempre una enseñanza. El alcalde Juan Espadas recordaba la semana pasada que de la anterior crisis, la de 2008, Sevilla salió con un tejido social, una red de asociaciones digna de elogio. Una telaraña perfecta para reforzar la atención que se presta desde el propio ayuntamiento y que tendrá que crecer en los próximos meses a costa, eso ya es seguro, de otros sueños rotos. El alcalde, que hace gala de optimista, tiene ahora la ocasión, mejor vista, la oportunidad de demostrar que hay otra gestión posible en Sevilla. Y diseñar la mejor estrategia de puertas para dentro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios