Acción de gracias

Pedraz

Fue el primero de su pandilla en dejar el tabaco, pero de esa otra 'adicción', la de la radio, nadie lo curó, por fortuna

El compañero Jesús González Laguna rememora algunas historias de su paso por La Voz del Guadalquivir a finales de los 70, entre ellas que aquella emisora de radio sería la forja de estupendos profesionales que hoy son referentes del periodismo, y que allí comprobaría también la pasión que otro jovencito por entonces, su amigo Manuel Pedraz, sentía por contar historias al micrófono: aquel estudiante disciplinado que realizaba prácticas no faltó a su cita con los oyentes ni cuando una dolencia que los médicos diagnosticarían más tarde como una neumonía empezó a dar señales. Ese chaval enfermo no intuía, o tal vez sí, que esa misma tarde en que antepuso su vocación a su momentáneo problema de salud sellaba un compromiso con un medio al que se acabaría consagrando, que ahí arrancaba una vocación que culminaría en un programa, Historias de papel, que se ha emitido en RNE durante más de un cuarto de siglo. Pedraz fue el primero de su pandilla en dejar el tabaco, pero de esa otra adicción, la de la radio, nadie lo curó, por fortuna.

Es representativo que este cordobés afincado en Sevilla viviera unos años en Cádiz, y desde entonces, aunque pasaran las décadas e hiciera mucho ya desde que cambió de residencia, siguiera siendo solicitado por RNE para cubrir cada año el Carnaval. Si uno oye la voz cálida y sabia de Pedraz se agarra a ella, y si uno lo conoce en persona decide quedarse a su lado. Otra institución en el gremio, Alfredo Valenzuela, de la Agencia Efe, nació en Lopera, Jaén, el pueblo vecino de Pedraz, que es de Villa del Río, en Córdoba, y siempre ha fomentado con su colega esa rivalidad que se da entre las localidades próximas. Suele pinchar al otro, llamarle despectivamente aldeano, pero Manolo nunca responde a la provocación. Valenzuela ha asumido ya que es un pacífico, un bendito, que poco hay que hacer frente a tanta bonhomía.

Pedraz ha sido nombrado hijo predilecto de su pueblo, Premio Andalucía de Periodismo, Premio Nacional del Fomento a la Lectura, pero tiene otro logro más importante: se le quiere y se le admira. Nuria Lupiáñez, de Édere Comunicación, recuerda como el trámite más importante cuando preparaba la Feria del Libro de Sevilla conseguir los permisos para que la unidad móvil de Historias de papel se instalara en la Plaza Nueva. Manuel Sollo, su compañero en RNE, asegura con razón que un libro sólo cobra todo su sentido cuando Pedraz entrevista a su autor. En sus charlas, tan hondas como enemigas de la solemnidad, con ese maravilloso acento andaluz que no ha perdido, los escritores y los oyentes nos hemos sentido en casa. Hoy Pedraz se jubila, pero su amor por el oficio, su inteligencia y su discreción, seguirán siendo un ejemplo al que aferrarnos.

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