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Pedro se ha venido arriba

Sánchez no ha sido un líder europeo tan destacado como pretende. Y ahora debe ejercer ese liderazgo en España

La cumbre de Bruselas ha sido un éxito y el acuerdo excelente para España. Ahora hay que planificar el futuro a siete años, con el doble de fondos europeos que antes de la salida de los británicos. Pero tirios y troyanos están en un juego de posiciones. La negociación de los primeros presupuestos nacionales en tres años empieza con globos sonda. Incluso con fuego cruzado entre Podemos y PSOE sobre posibles pactos con la derecha.

El presidente sobreactúa como si fuese el protagonista estelar de este consejo europeo. España es detrás Italia el más beneficiado con las subvenciones y préstamos del plan extraordinario de recuperación. Pero Pedro Sánchez sólo ha sido un destacado actor de reparto. Su exhibición a la vuelta para las cámaras, en plan líder mesiánico aplaudido por sus ministros es un posado que los servicios de propaganda de Presidencia se podrían haberse ahorrado. Compararse con González el martes en la rueda de prensa y ponerse mejor nota que Felipe en la cumbre de Edimburgo es otro exceso.

Los protagonistas principales de la cumbre han sido el presidente del Consejo Charles Michel, la presidenta de la Comisión Von der Leyen, la canciller alemana Merkel y el presidente francés Macron. Inmediatamente después hay un grupo de secundarios imprescindibles: Conte y Sánchez de un lado y Rutte y Kurz de otro. No ha habido un liderazgo tan señalado de Sánchez como él pretende en el plano europeo, pero tendría que haberlo ejercido en el ámbito doméstico. No ha sido así.

La Comisión para la reconstrucción del Congreso ha terminado su trabajo en semifallo, con el PNV, el socio senior de la coalición gobernante en rebeldía. El paquete social rechazado, un empate en las medidas económicas y sólo un consenso en materia sanitaria y europea es una seria advertencia al Gobierno sobre su debilidad parlamentaria. Liderar es integrar. Sánchez hizo lo contrario al ningunear a Casado en la sesión de control de esta semana en el Congreso, al compararlo con desprecio con los padres fundadores Adenauer, Monnet y Schuman. (En todo caso, se le olvidó el belga Spaak, único socialista entre aquellos pioneros. Iglesias, siempre más rápido, enseguida recordó a Spinelli, comunista en su juventud).

También tiene que serenase el jefe de la oposición, que está en precario. La política de confrontación ciega de Casado ha salido malparada de Euskadi. Aunque Sánchez exagere, al menos tiene motivos para venirse arriba. Casado debe aprender de Feijoo.

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