Crónica del Jueves Santo Jueves Santo de memorias y esperas bajo la lluvia

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Pequeños Estados

Las autonomías han ido desarrollando una parafernalia simbólica que las acercan a pequeños Estados

Cuando en los comienzos de la Transición el profesor Clavero Arévalo, entonces ministro para las Regiones, diseño la fórmula del café para todos, por el que la Administración se descentralizaba cediendo competencias a todas las regiones y no sólo a las por aquella época llamadas nacionalidades históricas, seguro que quiso evitar que Cataluña y el País Vasco se convirtieran en pequeños Estados dentro del Estado. Al final la jugada ha salido al revés y lo que tenemos, cuarenta años después, son diecisiete pequeños Estados dentro del Estado. No lo son porque el nivel de competencias asumidas sea alto, que lo es. Lo son también porque a lo largo de los años han ido adoptando, peldaño a peldaño, los atributos de poder que los caracteriza: himnos, banderas, sedes palaciegas que emanan poderío, parlamentos con incontinencia legislativa, presidentes con decenas de asesores y de encargados de protocolo que rodean a sus jefes de una parafernalia que muchos presidentes de repúblicas no tienen. Y otros símbolos que tampoco son menores, como mensajes de fin de año televisados o comparecencias solemnes a horas de máxima audiencia cuando se producen circunstancias extraordinarias, como ocurrió con reiteración durante la pandemia.

En los últimos días se ha comentado mucho en Andalucía la ceremonia de toma de posesión de Juanma Moreno ante la fachada principal de un Palacio de San Telmo, convertido en trasunto del Capitolio de Washington y de la ceremonia que, en el frío enero de la capital federal, cada cuatro años da lugar a una nueva Presidencia. Y algo de eso hay. Se excedieron los responsables del diseño del acto, copiando hasta la bajada por las escaleras palaciegas del matrimonio presidencial. Pero sería un error deducir de ahí que la Andalucía de la mayoría absoluta nos ha traído un presidente al que le gusta el culto a la personalidad. Juanma Moreno es un político que ha demostrado en su primera legislatura cualquier cosa menos endiosamiento. Todo lo contrario, le va más pegarse a la calle y a sus problemas. No corremos, por tanto, el riesgo de tener en San Telmo un presidente sol. Pero ojo: la deriva paraestatal de las autonomías y la excesiva importancia que en ellas se le da a los protocolos pueden jugarles malas pasadas incluso a los presidentes de talante más modesto. Lo del sábado pasado fue un claro ejemplo y un aviso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios