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Crónica Personal

Pilar / cernuda

Perder el rumbo

EL viernes presentó el Gobierno un panorama desolador después del golpe que supuso la EPA de los 6 millones de parados; el domingo, en Granada, Rajoy no fue mucho más optimista, sino que se mantuvo en la línea de alertar sobre las dificultades que vivimos y pidió "paciencia" para superarlas, como si no la tuvieran ya, y muy sobrada, los españoles. Y el lunes, en una reunión con empresarios, aparece un Rajoy que sin echar las campanas al vuelo defiende su política, afirma que "los hechos certifican el cambio de rumbo" -para bien, evidentemente-, respalda la reforma laboral aunque admite que la EPA fue una mala noticia, asegura que "estamos en el umbral de invertir la situación económica -se supone que también para bien-, dice que se ha producido una mejora de la competitividad y del comercio exterior y que "sabemos lo que hacemos". Conclusión: hay motivos sobrados para caer en el desconcierto y en la perplejidad, porque según cómo venga el aire el presidente presenta un escenario fúnebre o da motivos para la esperanza.

El problema es que muchas de las operaciones económicas y las inversiones que crearían miles de puestos de trabajo dependen de que los que podrían realizar esas operaciones o inversiones se mueven en función de los proyectos de gobierno y sus previsiones de futuro. Y estos días las previsiones de Rajoy y sus ministros son tan cambiantes que difícilmente se puede hacer un pronóstico sobre lo que nos espera. Es mal asunto el triunfalismo, no deja de ser un engaño; pero es igualmente reprobable el catastrofismo, porque se necesitan acicates para salir adelante cuando la crisis golpea con la dureza con que lo está haciendo. Y lo que ya provoca una desazón difícil de describir es que se emitan mensajes contradictorios, tipo ducha fría ducha caliente, que aturden y descolocan.

El ministro De Guindos ha firmado un acuerdo con su colega alemán Schauble para financiar ayudas a las pymes. Una buena señal, se necesita crédito como el comer. Es algo tangible, porque los alemanes suelen cumplir sus compromisos. Pero poco más se puede decir sobre los nuevos proyectos del Gobierno para superar la crisis: el llamado segundo plan de reformas no ha sido tal y el estado de ánimo de la vicepresidenta y los ministros de Economía y de Hacienda no fue como para pensar en una próxima mejora de la situación, Resultado: lo urgente es esperar, como decía Pío Cabanillas. Sólo así sabremos si este Gobierno nos lleva a buen puerto o nos hunde definitivamente.

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