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Ignacio Gago

Perros falderos y amiguismo

ADIVINE qué político español ha pasado recientemente por Mesa redonda, el programa supuestamente de debate diario de la muy independiente y muy plural televisión cubana, para contar cómo va la crisis en España y cómo funciona aquí el Gobierno: Gaspar Llamazares. Así que no le digo más sobre el contenido de su análisis para la audiencia de Cubavisión. Estamos ante un espacio televisivo que insulta a la inteligencia televisiva y periodística, donde los tertulianos pueden optar entre estar muy muy a favor de Fidel Castro o, simplemente, muy a favor del líder revolucionario. Unos colaboradores que, a su vez, pueden elegir entre hablar maravillas del régimen cubano o referirse al gobierno caribeño como el mejor del universo y de parte de Ganímedes. La televisión estatal y única cuenta con media docena de canales, a cada cual más soporífero y adoctrinador, quizá con la excepción del que emite espacios más del gusto occidental. Una televisión que nació a finales de los años 40 programando actuaciones de Gaby, Fofó y Miliki mucho antes de que saltaran al estrellato en TVE. Los payasos se fueron con sus vestidos rojos pero dejaron a otros de verde oliva. La población cubana -como no podía ser menos- se toma a chufla esa Mesa redonda, a la que rebautiza como Mesa retonta y, muy especialmente, al supuesto periodista que la comanda. El personaje es Randy Alonso y ejerce de fervoroso y animoso cheerleader de Castro y su dictadura bananera. Para que se haga una idea de su independencia y pluralidad, el tal Randy es diputado en la Asamblea nacional, director de la Oficina de Información del Consejo de Estado y perteneció a las Juventudes Comunistas. De opereta. Es como si en España entrevistara a Rajoy en TVE el portavoz parlamentario del PP y a Rubalcaba el socialista. En la isla, donde la guasa importada de la antigua metrópoli vía Cádiz sigue viva, al Randy (foto) se le conoce como el perrito de la parte de atrás del coche por su querencia a agachar la cabeza asintiendo en sus entrevistas de salón a los dirigentes. El tipejo, además, no se corta y habla de los disidentes llamándoles "mercenarios", al tiempo que carga contra los medios de comunicación españoles, ya sean públicos, privados o mediopensionistas.

Y, como despedida y cierre, un guión fantástico para un programa de humor o ciencia ficción. Comienza la cosecha de premios anuales para medios de comunicación y profesionales del sector. De nuevo prepárese para la vergüenza ajena y los amaños descarados para galardonar a amigos y/o amiguetes. No tanto como para que los Ondas distingan a Juan Luis Cebrián como empresario del año, pero sí para atreverse quizá a premiar a antiguos empleados radiofónicos ahora al frente de debates televisivos de mediodía.

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