EN Los Pajaritos no se celebra el Congreso Internacional de Rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico y Edificación, que comenzó ayer. En la barriada de Regiones Devastadas no se reunirá el Comité Unesco para el Patrimonio Mundial, citado para junio de 2009. Es la Sevilla periférica de la posguerra, la del aluvión de emigrantes rurales que se convirtieron en chabolistas, y para los que se construyeron con celeridad bloques de pisos. Han envejecido muy pronto porque el urbanismo de la época tenía las miras cortísimas. El Ayuntamiento le marcó ayer la cuenta atrás para su demolición. Antes de que entre la piqueta, convóquese en Los Pajaritos un congreso de memoria histórica para que no acabe en el vertedero medio siglo de patrimonio sentimental y vida de un barrio del que han huido muchos ocupantes de primera mano. Que no todo es Operación Clavel en la moviola.

En 1959, en la Sevilla del Real Patronato de Casas Baratas, se inició la construcción de Los Pajaritos. Era la punta de lanza de una ciudad de aluvión, al otro lado del Tamarguillo, edificada sobre antiguas huertas y haciendas. De casi imposible nexo de unión con la postal hispalense. Hubiera necesitado desde su gestación el talento sin censores de los racionalistas y discípulos de la Bauhaus. La castración del pensamiento iba entonces por otros derroteros.

La destrucción y reinvención de Los Pajaritos y Regiones Devastadas, realojando a las familias, es un reto de primer orden. Requiere una capacidad de coordinación que pocas veces demuestra el Gobierno municipal. Las viviendas nuevas han de ser un ejemplo de VPO con visión de futuro para que duren más. Ahorro energético, cableado, domótica, eliminación de barreras, etcétera. Sociabilidad sobre todo. Aprovéchese la calidad de tantos profesionales, las más de las veces desaprovechados, para tejer o remendar con buen criterio la trama urbana y los hogares. Porque somos más listos para acoger congresos que para hacer bien la ciudad.