La ciudad y los días

Carlos Colón

Piquetes y esquiroles

EL derecho a la huelga debe ser tan inviolable en una democracia como el de no sumarse a ella. La agresión patronal o policial a los trabajadores en huelga legal es tan indeseable como la agresión de los piquetes a quienes optan por trabajar. Estas verdades del barquero nunca se cumplen en nuestro país en lo que a lo segundo se refiere. Los trabajadores que no se suman a la huelga son frecuentemente presionados, insultados, y agredidos por piquetes que exceden su autorizada función informativa. Insultar, romper lunas, asaltar vehículos, pegar, cortar carreteras o sembrarlas de clavos son actividades que nada tienen que ver con la información; y sin embargo se toleran, procurando retrasar la intervención policial para evitar males mayores. El precio que por ello se paga es que quienes sufren los daños son los trabajadores que no están en huelga y los ciudadanos que han de padecer los efectos de una huelga salvaje. Y no me refiero a la lógica suspensión de servicios que acarrea incomodidades que los ciudadanos aceptan como resultado de la huelga, sino a acciones tan abusivas como las que estos días están protagonizando los huelguistas.

A estas alturas del conflicto, además de la paralización de actividades relacionadas con el sector en huelga, los ciudadanos inocentes llevan padecidos infernales atascos y graves desabastecimientos, mientras la violencia de los piquetes y de las reacciones que provocan ha ocasionado un muerto entre los huelguistas y un herido grave entre quienes no quieren sumarse a la huelga. El primero fue atropellado por un vehículo que forzó el corte realizado por el piquete y el segundo sufrió quemaduras en el 25% de su cuerpo al incendiarse, parece que intencionadamente, su camión.

La Real Academia (que la ministra de Igualdad asaltó a golpe de "miembra") reconoce en la sexta acepción de piquete -"grupo de personas que pacífica o violentamente intenta imponer o mantener una consigna de huelga"- la realidad que estos días padecemos. Pero la ley no puede hacerlo, dando por bueno que los piquetes actúen pacífica o violentamente como hasta ayer parecía indicar la inhibición de las autoridades. Pesa aún mucho, tal vez, el sentido positivo de las palabras huelguista y piquete, y el sentido negativo de esquirol, aunque sus significados hayan evolucionado desde las protestas obreras del siglo XIX e inicios del XX hasta hoy.

¿Imaginan que se hubiera entrado en el siglo XIX con esquemas políticos del XVII? Pues es lo que en muchas ocasiones sucede cuando se pretende solucionar problemas del XXI con esquemas ideológicos o políticos del XIX.

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