EL segundo programa de Buruaga confirmó que es un jarrón con flores de plástico en el jardín de la actualidad televisiva: contertulios de un mismo perfil, la complacencia por tono general y unas inclinaciones oficialistas que hacen caer la charla en la modorra. Si se le añaden las anacrónicas descripciones de Luis del Val o el breve mamarracho de lo que el director del programa tildaba de "humor" estamos ante el contenido más romo y lánguido de toda la TDT, incluyendo todas esas sopas insípidas que se hallan por Canal Sur.
Así de claro es indigno para una cadena nacional, da igual si lo encuadran en un programa informativo como en un programa de entretenimiento. Ni informa, ni entretiene. Hasta la entrevista con el tigre mellado de Alfonso Guerra fue tediosa. En 13 TV echan de lunes a viernes El cascabel, que con mucho menos dinero hacen lo mismo (en forma y en esencia) que Buruaga. El diario La noche en 24 horas, con el voluntarioso Sergio Martín, siempre será un opción más interesante y honesta y hasta El debate de Somoano ha sido capaz de montar tenderetes de opinión con más mordiente.
En las cadenas los pactos y las suposiciones equilibristas le han hecho hueco a la mujer de rojo, de la que se llevaban aguardando sus imágenes desde semana y media atrás. Nunca 50 metros, de la mano y sin gafas, han dado para tanto. Y todavía tienen que rentabilizarlo más, porque para eso la hija de la reclusa anda metida por Honduras en las tripas surreales de Telecinco. Es el lado opuesto de Buruaga: el efectismo y la nadería con pulsión. Lo importante tratado, con indiferencia; lo indiferente tratado como importante.
Eso sí, por La Sexta tratan lo de Tania Sánchez de refilón, con un rango mucho más benévolo que ante cualquier protagonista de todas las corruptelas populares. Esto no sorprende a nadie, pero había que decirlo ¿no?
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