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La ciudad y los días

Carlos Colón

Plaza de la Alianza

BIEN está que se quiera tener un detalle para con Indalecio Prieto, figura política sumamente controvertida por otra parte, por ser el ministro de Hacienda que firmó en 1931 la cesión a la ciudad de los Reales Alcázares. Muchas gracias en nombre de la ciudad y, muy especialmente, de Joaquín Romero Murube, que fue el que más y mejor lo disfrutó. Pero no a costa de plaza de la Alianza. ¿Habrá calles y plazas sin nombre o necesitadas de nueva nomenclatura? Pues no. Van y practican el hispánico deporte de desnudar un santo para vestir a otro, y le quitan a la plaza de la Alianza su antiguo y despolitizado nombre para encasquetarle este otro, nuevo y politizado, sólo porque la pobrecita mía está al lado del Alcázar. Este acuerdo se tomó hace algo más de un año y ahora se intenta ejecutar. Eso sí, con tal oposición del vecindario que la primera embestida municipal fracasó ayer.

No es que los vecinos de Santa Cruz que protestan contra este cambio sean (seamos) fachas que odian al personaje histórico y a la II República. La cosa es mucho más sencilla. A los vecinos les (nos) gusta que Mateos Gago se siga llamando Mateos Gago; Santa Cruz, Santa Cruz; Virgen de los Reyes, Virgen de los Reyes; Pimienta, Pimienta; Susona, Susona; callejón del Agua, callejón del Agua; y la plaza de la Alianza, plaza de la Alianza. Así de simple, de sensata y de despolitizada es la cosa. Miren ustedes, señores del Ayuntamiento: ni los más viejos del lugar recuerdan que estas calles tuvieran otros nombres bajo Alfonso XIII, Primo de Rivera, la II República, Franco o la democracia. Entonces, ¿a qué puñetas viene esto de quitárselo para endosarle el de Indalecio Prieto? ¿No será para dar por saco a uno de esos distritos considerados feudos del PP, reserva de fachas, nido de privilegiados insolidarios y fortín de esas fuerzas reaccionarias que, según el Alcalde, se niegan a perder sus privilegios y quieren seguir mandando en Sevilla?

Si ni el franquismo tocó el antiguo nomenclátor del barrio de Santa Cruz, ¿a qué viene alterarlo ahora? Quítense en buena hora los nombres que el franquismo puso a tantas calles y plazas (sustituyendo muchas veces, todo hay que decirlo, no los nombres históricos, sino los nuevos que había puesto la República), pero que se respeten los nombres antiguos; especialmente los que están desvinculados de toda adscripción partidista. Búsquenle una calle o una plaza apañadas en la Sevilla nueva. Denle una calle o una plaza a la que se le haya quitado su nombre por la razón que sea. Pero dejen en paz el barrio de Santa Cruz y los nombres antiguos de sus calles.

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