Punto negro con tós sus avíos en el Duque, que a ver cómo se explica un mismo accidente en el intervalo de cuatro días. En el mismo sitio y casi a la misma hora, una tragedia a punto de consumarse por culpa de una maniobra inexplicable y dicen que sólo achacable a un fallo mecánico. Y curiosamente protagonizado por un autobús de la misma línea, esa C-5 que cambia sin cesar de itinerario por el carrusel de obras que sufre el casco antiguo. Si el otro día estuvo a punto de llevarse por delante el puesto de prensa con su semáforo y su canesú, el sábado no llegó a la sección de niños en Zara de milagro. ¿Qué tendrá ese punto para que pasen estas cosas? Pensemos que sea sólo casualidad, pero la verdad es que andar por esa especie de ratonera levantada como medida protectora de viandantes si ya daba cierto reparo, tras lo del sábado es para no pisarla nunca jamás.
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