ESTUVO a punto de adelantarse en un día el Pobre de mí, esa canción triste y preñada de melancolía con que los navarros despiden los sanfermines. Pero ese canto monocorde y nostálgico que esta noche sonará por la Plaza del Castillo y la Taconera, desde Iturrama a la Rochapea, pudo adelantarse. El encierro de ayer fue el culmen de lo incomprensiblemente bárbaro, con unas imágenes que dejan a este país en malísimo lugar ante el resto del mundo. Esa montonera a la entrada de la plaza es complicado hacérsela comprender al mundo mundial. El encierro antaño era una exhibición de valor, facultades y conocimiento hasta que se masificó y rompió en una carrera inaudita con mayoría de ignorantes que ponen en peligro sus vidas y la vida de los que saben. Esa amalgama de personas y toros como albondigados fue de difícil comprensión para el mundo de este siglo.