Visto y oído

Antonio Sempere

Pobres cines

MIENTRAS el consumo televisivo crece cada mes, los cines tocan fondo. Me perdonarán que sea pesado con el tema, pero la crisis en la exhibición cinematográfica no es ninguna broma. Las cifras son de pena, y todo apunta a que el desplome va a pasos agigantados. Cerrarán más salas. Y la pescadilla se morderá la cola. Sin pantallas de exhibición el hábito de ir al cine será un recuerdo.

La temporada de estrenos españoles ha arrancado de forma brillante con dos buenas películas, Blancanieves y El artista y la modelo, bien lanzadas y mejor publicitadas. Todos hemos estado en nuestro sitio. El Festival de San Sebastián, y las instituciones que los respaldan y que hacen posible invertir en él los 7 millones largos que cuesta ponerlo en pie. El jurado del mismo, generoso con nuestra cinematografía, concediendo premios muy cotizados. Los medios, en la medida de las posibilidades, dando el empujón definitivo, logrando que el ciudadano medio supiese de la existencia de estos productos.

Hasta que ha llegado la hora de la verdad, y la puesta de largo de Blancanieves se ha saldado con 22.328 espectadores y la de El artista y la modelo con 12.949. Son cifras totales de la recaudación en toda España durante el fin de semana del estreno. Y hablamos de un rendimiento por copia exitoso. Casi un techo. Sinceramente, si después de tanta parafernalia y tanto boato, y lo que es más importante, si presentando propuestas tan originales, sensibles y adultas como las mencionadas, no logramos captar la atención de más curiosos, de más aficionados, de más ciudadanos, pintan bastos. La barbaridad del IVA es la puntilla. Pero el mal venía de atrás: la desinformación, los prejuicios y la apatía hacia nuestro cine. Ahora no vale decir que el producto es malo. Siendo el mejor, la gente sigue desganada.

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