Crónica levantisca

juan manuel marqués perales

Políticos sin política

Será banquero y tecnócrata, pero después de Merkel, Draghi ha sido el político más importante de la Europa del XXI

Los políticos italianos podrán dedicarse a la política en plenitud mientras Mario Draghi hace la gran política. Italia es el paradigma de la banalidad que se ha instalado en los grandes parlamentos, los viejos partidos fueron sustituidos por modernas siglas que no han aprobado ni una sola reforma de calado para un país de economía enferma. El populismo impregna a tres de los cuatro partidos mayoritarios -el Movimiento Cinco Estrellas, la Liga y Forza Italia-, pero para gobernar, ¡ah, para gobernar!, lo mejor será recurrir a un valor seguro, aunque lleve la etiqueta de tecnócrata, para que sus señorías se concentren en sus peleítas sin necesidad de distraerse con la gestión de la pandemia.

Desde 2008, Italia ha tenido seis primeros ministros que no fueron elegidos en las urnas. ¿Para qué? Sergio Mattarella, venerable presidente de la República, siempre tiene un buen currículm a mano en sus cajones del Quirinal. Ahora ha escogido el mejor.

Draghi puede ser considerado un banquero, un tiburón de las finanzas que falseó desde Goldman la tragedia griega, un tecnócrata gris, pero, a la postre, ha sido el político más importante que ha tenido la Unión Europea después de Angela Merkel. Política con mayúsculas fue romper con el austericidio de la Gran Recesión e inundar los bancos de liquidez, hacer rectificar a la Europa protestante y bendecir la conversión de Merkel al lado luminoso del continente. Salvó al euro.

Ahora que la democristiana alemana se marcha, Draghi va a colocar a Italia en el centro del eje europeo; entre Berlín y París, Roma. Ya Giussepe Conte fue el niño bonito de la Unión Europea, el que le robó a Pedro Sánchez un papel para el que el socialista español se había preparado. El anterior primer ministro italiano cegó la vía rusopopulista de Salvini, alejó a los primos meridionales de las veleidades húngaras y polacas, y recondujo la lucha contra la inmigración irregular hacia unos cauces, al menos, más humanos.

Europa ganará con Draghi, pero deja en evidencia el estado de banalidad en la que ha quedado anclada la política nacional. Como la nuestra. Las sesiones de control al Gobierno de cada miércoles reflejan la pobreza intelectual de los líderes, la España de las autonomías es un patio de colegio donde se eluden responsabilidades y los parlamentos se han convertido en un frente de trincheras de balas de goma.

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