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UN parque temático es la recreación en cartón piedra y plástico -por regla general desacertada- de algunos momentos del pasado y de no se sabe qué instantes del futuro, de mundos lejanos y universos paralelos con los que el propietario del parque, una corporación que exprime el tedio para ganar dinero vendiendo un paquete de diversión, hace negocio con una oferta que incluye -todo muy endulzado- vértigo, terror, humor, pirotecnia, comida rápida, decibelios y velocidad. Desde la firme convicción de que la credulidad o la inocencia del cliente no tienen límites, los gestores del parque construyen un decorado de irrealidad para obnubilar durante unas horas a los paganos, que sudan en las colas que les conducen a las puertas de un territorio fantástico.

El PP escogió ayer el Fuerte Mágico de Isla Mágica para presentar a los 109 candidatos a convertirse en parlamentarios tras el próximo 22-M. La fiesta de los populares -no se esmeró mucho Rajoy-, atrincherados en el fuerte, contrastaba con el aspecto del parque, cerrado en estas fechas: asomarse al lago vacío y seco con el barco pirata varado y enfrente el poblado abandonado y el bosque en silencio mientras dentro se oía a los intervinientes en el mitin, sus voces metálicas y el estruendo de los vítores sincronizados, ofrecía la imagen de una distopía andaluza (si es que esto es posible, claro, que ya es echarle imaginación, porque, no sé, ¿sueñan los votantes con diputados eléctricos?).

Los que han estado en temporada alta en un lugar así cuentan que a un parque temático se va a pasarlo bien. Ayer era temporada baja, bajísima. La única atracción abierta estaba en el Fuerte Mágico. Se acercaron 2.500 personas. No sé si le echaron imaginación. Porque en un mitin hay que hacerlo. Y a espuertas. Yo no los vi muy obnubilados. En un parque temático se ofrece en un solo recinto y al mismo tiempo frío siberiano, humedad tropical, calor sahariano, contaminación urbana, aromas campestres, brisas marinas. Pero todo es falso, un mejunje de nada. Ahora le han añadido una barraca para la política. Por si la fantasía era poca.

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