LOS políticos y medios catalanes andan escocidos con un comentario que hizo el personaje de Mauricio Colmenero el otro domingo en Aída. ¿Qué dirían, entonces, los bolivianos? Es ficción, aunque el clima tan desasosegante que vivimos provoca que las susceptibilidades estén a flor de piel. Siempre es fácil quejarse del centro y menospreciar al sur.

Hay quienes siguen en la batalla de los topónimos oficiales y quieren que "Lérida" o "Ibiza" (menuda marca turística) sean "Lleida" y "Eivissa" también para los castellanoparlantes. En los mapas del tiempo de TVE cuidan la denominación institucional, la catalana, pero no estaría de más que cuidaran detalles del castellano. Por ejemplo, que la malagueña Ojén nosea "Ojen", sin tilde, mientras el meteorólogo pronuncia "Ójen".

Cataluña se enreda en sus palabras, pero reconozcamos que por allá, por lo menos en lo televisivo, nunca han andado faltos de talento, imaginación y buen gusto. Nos ganan por goleada. Canal Sur tiene que seguir aprendiendo de TV3, que es la autonómica más vista. Si la población de una comunidad autónoma y otra tienen un concepto bien diferente de la televisión que los representa, algo mal se habrá hecho en la cadena andaluza en todo este tiempo. Y aquí no valen los típicos autorreproches sobre la deuda histórica o de la ventaja y privilegios que han/habrían podido tener los catalanes. Canal Sur, siempre tan cortoplacista, ha tenido dinero suficiente en 22 años para ser otra cosa y haber hecho cosas mejores.

Steven Spielberg se va a encargar de producir la versión estadounidense de una serie catalana, Polseres vermelles, Pulseras rojas, una agridulce ficción sobre unos jóvenes en el hospital. Dentro de unas semanas la podremos ver en TNT y en Neox. No sé qué salida tendrían en el mercado internacional las (escasas) series que ha producido Canal Sur en esos 22 años.