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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Populismo y corrupción

HAY acontecimientos que parecen escritos por un guionista de cine negro. Coincidiendo con el proceso que acaba de arrancar en la Audiencia de Málaga, un auténtico juicio de Nüremberg contra la corrupción, el presidente Medvedev ha cesado fulminantemente al alcalde de Moscú. Falta, en este macrojuicio, el padrino de la Familia gilista, pero como un fantasma sobrevuela sobre nosotros.

Resulta que este alcalde de Moscú es un amigo de Putin llamado Yuri Luzhkov, viejo conocido de Jesús Gil, con quien firmó un acuerdo de colaboración en marzo de 1994, y después un convenio en junio de 1995 por el que se hizo un trato curioso. En aquel contrato Moscú regalaba a la capital de la Costa del Sol unas estatuas muy grandes y de dudoso gusto de su escultor municipal, un tal Tsereteli, pero el regalo no era gratis y acabó costándole a Marbella unos 141 millones de pesetas de la época en unos pisitos que se escrituraron a nombre del artista en 1996. La del escultor Tsereteli es otra historia y el Caso de la estatua rusa, uno de los 15 expedientes robados en el juzgado de Marbella en 2001, merece un genuino guionista de Hollywood, con aspiraciones a un Oscar.

La comparación con Nüremberg no es sólo relativa al gran número de acusados o de togas en la sala, sino también al símbolo. Este es el juicio principal contra los aventureros que se hicieron con el poder en Marbella en 1991, pero -como en Nüremberg- no es el único proceso. Para demostrarlo, ayer un juez instructor de Marbella acordó el procesamiento del ex alcalde Julián Muñoz, la cantante Isabel Pantoja, la ex esposa del ex alcalde, Maite Zaldívar, y otros siete acusados por blanqueo de dinero. Vendrán más pleitos, porque hay mucha pieza separada en este enredo.

Un enredo que si no hubiese acabado en el drama de la corrupción y el disparate urbanístico sería un sainete ordinario y tosco. Eso parecía al principio, cuando Tele 5 le vendió a toda España a un empresario ocurrente y campechano, un hombre llano del pueblo, metido en un jacuzzi con unas atractivas jovencitas. El populismo tiene muchas caras, pero la filosofía siempre es la misma: la misma televisión nos vende otro producto popular capaz de movilizar votos y voluntades, según la propia cadena. Belén Esteban tiene en el bolsillo el 8% de los votos de los españoles porque los representa mejor que los partidos. Hay precedentes de este populismo barato: Berlusconi quiso presentar a unas velinas (azafatas y bailarinas de sus programas de televisión) a las elecciones europeas del año pasado. La curiosa repetición de estas ofertas por parte de la misma televisión no necesita de ningún avieso guionista: Tele 5 es la televisión de Berlusconi, un hombre aficionado a las fantasías populistas y alérgico a los juicios. Como el padrino gilista.

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