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Populistas

Toda ley que propone Montero se empeña en que no haya comunicación entre padres e hijos

Un populista es el que da una respuesta simple a un problema complejo, no una respuesta sencilla que pueda entender la gente, que eso es una bendición: pero si la respuesta es simple, espérese, que detrás de la respuesta simple, que no tiene nada que ver con el problema, hay que buscar al culpable de que esa respuesta no sirva. Y el que da la respuesta simple dice: "Y la culpa de que todo no se haga es de éste, que es un comunista o un fascista". Esta es la última definición sobre populismo que ha sido vertida por Felipe González cuando esta semana fue a Toledo a hablar sobre incendios forestales apoyando a su amigo García Page, huyendo de cualquier relación con el malo de Pedro. Y es que, Irene Montero contestó con su habitual soberbia que la Ley Trans se aprobará sí o sí. Esa cabezonería de la ministra no es más que la demostración del desconocimiento al que se refiere González. Voces expertas confiesan que en España hay muy poca información al respecto por lo que alertan de los peligros que pude suponer ponerla en práctica. Hay una decena de países en Europa en los que se aplica la autodeterminación y todos tienen en común el límite de la edad: el cambio de sexo se permite a partir de los 18 años y cuando se trata de menores se exige el consentimiento de los padres, informes médicos y psicológicos que acrediten su capacidad de decisión. Irene quiere que en España los niños decidan solos a partir de los 12. Me pregunto: qué problema tiene Montero con las relaciones familiares. ¿Es que no se imagina a unos padres hablando, tranquilamente, de sus sexualidades y géneros con sus hijos? ¿Los niños lo tienen que hacer todo solos, y hacen falta leyes inductoras para hacerlo a escondidas? Toda ley que propone se empeña en dirigirla a que no haya comunicación entre padres e hijos. ¡Qué manía, chiqui!, te diría la otra Montero, María Jesús. Sirva la experiencia en otros países para aprender que se presentan problemas, desde el daño a la infancia, hasta en las categorías deportivas femeninas que darían ventajas competitivas, así como mucha inseguridad vital en las prisiones y servicios. En países anglosajones, el 80% de los menores que ha pedido la transición, casi el mismo porcentaje, ha cancelado los tratamientos al llegar a la pubertad. Las razones: que suelen tener malestares vinculados con el género, pero no necesariamente ese malestar ha de cursar con transexualidad. Imaginemos que empieza a hormonarse, se operan los genitales y cambian de decisión. Y entones, sí, habrá que acudir a los padres y profesionales.

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