cuchillo sin filo

Francisco Correal

Portadas de periódico

UNA verdad cruel sin amor es una mentira. Lo dijo hace poco Nikita Mijalkov y he vuelto a pensar en la frase del cineasta ruso, condena moral del uso gratuito de la violencia en el cine, cuando vi la fotografía por la que mi amigo Juan Carlos Vázquez ha recibido el premio Andalucía de Periodismo. "Soy yo", dicen que dijo Rafael, el protagonista de la fotografía en la que aparece abrazado a su madre, cuando volvió a reconocerse en la imagen que le devolvía el espejo tras la complicadísima operación de trasplante facial a que fue sometido en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, la segunda en España, la novena de esas características en el mundo. Juan Carlos le dio la vuelta a la frase de Mijalkov: una verdad cruel con amor, teñido del amor materno, no sólo es verdad sino que puede dejar de ser cruel.

Lo que ha dado de sí aquella noche de junio de 2008 en la que nos perdimos el Turquía-Croacia de la Eurocopa por asistir a una boda en una hacienda que a mediados de los cuarenta visitó Haile-Selassie, como constaba en la placa conmemorativa. Juan Carlos Vázquez y yo figurábamos entre los invitados a la boda. Tres años y medio después, la novia, también fotógrafa de profesión, Conchitina, ha sido madre de un niño llamado Mario. Y unos días después Juan Carlos lleva esta alegría a los suyos. Porque conozco pocas personas tan familiares como este torbellino de profesionalidad y simpatía: siempre hablando de su sobrino Rubén, valor en ciernes del Betis; de su hermano policía; de su sobrina, incondicional de Joaquín Sabina.

Un día fuimos a entrevistar a Ángel Peralta a la finca Rocío Chico. El rejoneador y poeta se quedó mirando a Juan Carlos y le dijo: "¿Tú no eres el niño de Araceli?". La madre del fotógrafo, feliz por este galardón en el que su hijo ha inmortalizado a otra madre que destilaba amor y belleza en aquella portada de periódico del cinco de mayo de 2010. Juan Carlos acudió como un clavo al encargo: le pedí que le hiciera una foto a mi hijo Paco justo el día que cumplía dos años, un mes y 17 días, la edad que yo tenía cuando nació en un industrioso pueblo coruñés mi hermano Juan.

Vázquez recogió la afición por los espacios marismeños de su colega Atín Aya. Juan Carlos es el animador de unos agasapes prenavideños de arroz con pato en Colinas. Un año hubo deserción: la mayoría de los reporteros gráficos fueron a cubrir la visita a Andalucía de Muammar el Gadafi, alojado en la jaima de un hotel de cinco estrellas. Su muerte fue una verdad cruel sin amor en el código de Mijalkov. Una mentira de octubre que llenó miles de portadas de periódico. ¿Quién lo iba a decir? Haile-Selassie murió en la cama, idolatrado por los rastafarian con música de Bob Marley.

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