Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Power tower

EL poder de la torre o la torre del poder. Desde la torre de Babel el hombre no ha dejado de intentar construir edificaciones a las que poder subir y acercarse al cielo. Zigurats, alminares, altos campanarios, torres feudales. La montaña mágica, el árbol sagrado, han constituido desde la antigüedad más remota los elementos de referencia religiosos del hombre. La creencia de que esos puntos altos facilitaban el contacto de la tierra y el cielo. El contacto del hombre con los dioses era la razón profunda de su importancia. Totems, menhires y obeliscos fueron su expresión más inmediata. Pronto la humanidad se sintió preparada para construir su propia montaña mágica. "Y dijeron los hombres, edifiquemos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo". Este poder lleva siglos desarrollando edificios altos uno tras otro. La Torre Eiffel en París, y el Empire State Building de Nueva York son buenos ejemplos de ello. En los últimos años el poder mundial se ha desplazado a otras latitudes y ha marcado sus menhires. En Dubái, Shanghái, La Meca, Seúl, Guangzhou, Taipei, Hong Kong, Kuala Lumpur. Aunque Nueva York ha querido ajustar las cuentas con la historia edificando una torre de 541 metros de altura en el solar de las Torres Gemelas, el nuevo One World Trade Center.

Hace más de treinta años Bilbao se enfrentó a la decadencia de su poderío industrial basado en las viejas estructuras a la orilla de la ría del Nervión. La zona industrial de Abandoibarra, la más significativa de esa actividad industrial entonces en decadencia e incrustada en el corazón de la ciudad, ha sido la gran operación de transformación de una ciudad industrial en una ciudad de servicios. La transformación fue confiada a la capacidad de la arquitectura. A partir del Metro de Norman Foster y el Museo Guggenheim de Frank Ghery se han construido edificios firmados por Arata Isozaki, Rafael Moneo, Álvaro Siza, Carlos Ferrater, César Portela, Robert Krier, Luis Peña Ganchegui, Ricardo Legorreta, Robert Stern y Federico Soriano y Dolores Palacio con su Palacio de la Ópera. Así el lugar de los astilleros Euskalduna y los talleres y almacenes de Renfe en el puerto, se ha convertido en uno de los enclaves que mas visitan los turistas. Sí, además ha crecido el turismo. Faltaba la Torre que marcara el lugar. Iberdrola le confió al arquitecto César Pelli que construyera un edificio de 165 metros de vidrio, acero y mármol travertino y un helipuerto en la azotea que señalara la condición de potencia económica de Bilbao. Allí tienen su sede la propia Iberdrola, Kutxabank, IBM, British Telecom, Accenture, Nespreso, Ernst & Young, Kpmg y otras muchas empresas. El plan se va completando. Porque es evidente que responde a un plan estratégico desarrollado con detalle.

A estas alturas, nunca mejor dicho, ya habrán comprendido que estoy estableciendo un paralelismo con Sevilla y nuestra Torre Pelli. Conviene ser realistas y darnos cuenta de que no somos Bilbao económicamente hablando. Pero ojalá la Torre y la nueva Puerta de Triana señalen un camino de actividad económica floreciente en toda Sevilla.

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