No se concibe una fiesta en Sevilla que no tenga un Pregón. Me hacen mucha gracia algunos que van de progres y culpan a la Semana Santa y la Feria de todos los atrasos económicos y la falta de empresas en Sevilla (como si no tuvieran sus industrias propias), y después van ellos y hacen lo mismo. Acusan a los capillitas de carcas, rancios, meapilas y no sé qué más. Se ríen de los pregones y de los pregoneros, hasta el punto de que algunos y algunas alardean de no querer serlo, y esas croquetas que se ahorran. Pero después ellos hacen lo mismo: otros pregones, si bien con diferente estilo, porque no son discípulos de don Antonio Rodríguez-Buzón. Ni tampoco les apetece decir eso de “la voz rota del pregonero”, ni rimar cabrilla con Sevilla, como Luismi en el Pregón del Caracol.

Ahora llegan las fiestas de la Diversidad Sexual, que antes se llamaban del Orgullo Gay. Les han dedicado un mes, a modo de cuaresma diversa. Entre los orgullosos y las diversas pasa lo mismo que entre los capillitas, que por un suspiro o un quítame allá esas pajas te montan una candidatura alternativa. Escuché en Radio Sevilla que un colectivo de lesbianas protestaba porque consideran demasiado homocentristas las celebraciones; y también ellas y los transexuales tienen sus problemas. Eso se soluciona fundando unos colectivos de vísperas y que salgan un día antes del Mes Diverso por su cuenta, y así van todos y todas a las calles, y le dan alegrías a los policías locales, que están más aburridos desde que se terminaron las cruces de mayo.

Para este Pregón de la Diversidad Sexual han nombrado a Anabel Alonso, una actriz de merecida fama, aunque desconozco cómo se maneja en el género. Me refiero al género literario del pregón, por supuesto. Para el Pregón de la Feria del Libro vino Almudena Grandes, que no declamó lo que se conoce como un pregón vibrante, sino algo para ser leído, como se suele decir cuando el orador va flojito de énfasis. Aunque cobrado, eso sí, porque la mayoría de los pregones de Sevilla se cobran. No así el de Semana Santa, que es gratis. Es un honor, por el que se queda uno muy agradecido y 500 cabreados.

Como verán hay otra diferencia, y es que el Pregón de la Semana Santa nunca lo pronuncia una mujer, porque no la encuentran, mientras que en los otros aparecen con facilidad. Joaquín Sainz de la Maza decía por ahí que nombraría a una mujer, pero ya vendrá el siguiente.

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