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las claves

pilar Cernuda

Presunto delincuente, presunto prevaricador

El ex banquero y el juez. Miguel Blesa ha sido enviado a prisión por un magistrado en el que algunos miembros de la Judicatura han observado un posible delito de prevaricación

MIGUEL Blesa no debía tenerlas todas consigo cuando salió de la prisión de Soto del Real el pasado 28 de mayo, una vez que su abogado presentó avales por valor de los 2,5 millones de euros de su fianza. Sólo pasó una noche en la cárcel. Al día siguiente, sus amigos fueron informados de que el ex presidente de Caja Madrid había decidido aplazar su boda, fijada para el 8 de junio. Probablemente había visto en los ojos del juez Elpidio Silva Pacheco la decisión de continuar buscándole las vueltas para enviarle nuevamente a prisión.

Así fue. Cuando la mañana del pasado miércoles recibió la citación para comparecer otra vez ante el juez, Blesa comentó a gente de su entorno que estaba convencido de que esa noche dormiría nuevamente en la cárcel, aunque entró en el juzgado con un tono anímico aparentemente alto y saludó con cortesía a los periodistas. Durante las horas de espera mientras declaraba Sánchez-Barcoj, su brazo derecho en sus años de presidente de Caja Madrid, Blesa se mostró tranquilo, hablando constantemente por teléfono desde los pasillos del juzgado, del que saldría después de las ocho de la tarde en un furgón de la Guardia Civil, como suponía, para llevarlo a prisión.

El ex banquero no cuenta con excesivas simpatías en el mundo de los negocios porque su gestión en Caja Madrid fue desastrosa. Tampoco en el mundo de la comunicación en el que los periodistas gustan hacer leña del árbol caído; ni en los círculos políticos, porque en un momento determinado plantó cara al PP, y en el PSOE nunca tuvo grandes amigos. Y desde luego no cuenta con simpatías entre los millones de ciudadanos afectados por la crisis que han centrado las iras en los banqueros que les han engañado con las preferentes, han sido implacables con las hipotecas y se han negado sistemáticamente a conceder créditos que sacarían de apuros a familias y empresas.

Sin embargo, su segunda entrada en prisión no ha sido excusa para atacar de forma implacable al ex banquero, sino que las críticas se han centrado en la actuación del juez casi de forma unánime. Elpidio Silva Pacheco que, se ha sabido ahora, cuenta con una trayectoria personal y profesional plagada de incidentes: cuando un juez le condenó a pagar los meses de alquiler que adeudaba a pesar de que no se encontraba en situación de precariedad económica, se declaró en rebeldía; el CGPJ tiene en su mesa dos expedientes por falta grave que le pueden costar la carrera, ha sido acusado de varias faltas más en los últimos años debido a su carácter intemperante y autoritario en el ejercicio de sus funciones, y el propio Consejo intentó jubilarle anticipadamente en 2008 por su incapacidad para realizar su trabajo. Ahora, además de recordar estos episodios, distintos jueces y fiscales coinciden en que ha podido cometer un delito de prevaricación en su actuación respecto a Blesa.

En el inicio, en una misma causa se encontraban la compra del City National Bank of Florida por parte de Caja Madrid en tiempos de Blesa -según el juez por un precio muy superior al que correspondía, por lo que Blesa podría haber cometido un delito- y, segundo, la concesión de un crédito de 26,5 millones de euros al ex presidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán. Cuando los abogados de Blesa recusaron al juez por "enemistad manifiesta", Silva Pacheco, una vez que Blesa salió de la cárcel tras depositar su fianza, hizo una pieza separada con la compra del CNBF y llamó a declarar a Sánchez-Barcoj y Blesa nuevamente.

Pero, según explica un juez de la Audiencia Nacional, "cuando se separa una pieza de una causa debe ser enviada al juez decano para que proceda al reparto y se destine al juez correspondiente, que podría ser el mismo o cualquier otro. Es el procedimiento habitual, y quien lo salta puede cometer delito de prevaricación". Sin embargo, no es ésta la cuestión que más preocupa en el mundo de la Justicia, aunque evidentemente molesta que se ponga en duda el rigor que se le supone a un juez, sino que "aparentemente ha cometido fallos en la instrucción que podrían echarla abajo por cuestiones exclusivamente procedimentales". Es decir, que no habría causa contra Blesa. Por otra parte, "es importante en este asunto que la Fiscalía no haya apoyado los autos de prisión en ninguna de las dos ocasiones, y que hayan presentado un recurso contra este auto de prisión sin fianza. Los periodistas suelen decir que los fiscales no son independientes, pero no es cierto. Es evidente en este caso que no había pruebas contundentes de que se hayan producido delitos que obligaran a la prisión incondicional", explica este juez.

"No me convencieron sus explicaciones", declaró Silva Pacheco cuando envió a Blesa a Soto del Real. Un juez no puede moverse por convicciones, sino por las pruebas que demuestren la comisión de un delito. Silva se refiere a apropiación indebida pero no la concreta, y dice que existe riesgo de fuga cuando Blesa se ha presentado cada vez que ha sido convocado.

Profesionales del mundo empresarial, algunos de ellos con la carrera de Derecho, afirman que del auto se deduce que el juez no conoce en absoluto la terminología ni la forma de actuar en el sector de la banca y los negocios. Confunde los términos put y call, -compra y venta-, se equivoca cuando interpreta qué quiere decir "dar el pase" -vender- y lo considera una instrucción para obstaculizar el trabajo de los inspectores, y demuestra que no tiene la menor noción de cómo se debe valorar la compra de un banco, qué se busca con esa compra. Sí puede ser delito dividir una compra para evitar así el visto bueno previo de la Comunidad de Madrid, pero es una fórmula muy habitual en las cuestiones relacionadas con las grandes compras, afirman; y en cuanto a las recomendaciones del Banco de España son eso, recomendaciones, que no obligan a seguirlas al pie de la letra. Coinciden las personas consultadas que Blesa hizo una mala gestión en Caja Madrid, y además no preparó suficientemente sus comparecencias ante el juez, con explicaciones ni sólidas y ni contundentes.

Y está la llamada doctrina americana: el error mercantil no puede perseguirse penalmente. Otra cosa es que ese error provoque la desconfianza generalizada que existe hoy en los países en crisis, y desde luego en España, hacia banqueros y empresarios. Y es evidente que existe hacia un Miguel Blesa, que con su gestión ha hundido una Caja que era la más importante de España y ha dejado en la peor de las situaciones.

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