Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Profesionales del Turismo

El sector carece de un Colegio de Turismólogos, término ni siquiera aceptado oficialmente

El desprecio hacia el sector turístico existe y se agrava en momentos de crisis como el actual. Repetidamente el desaire se palpa en ese deseo irrefrenable de cambiar turismo por industria, como si el primero no lo fuese o como si eso dependiera de un simple acto de voluntad capaz de materializarse de un día para otro. Esta ansia no es baladí pero hay que entenderla en un contexto algo más complejo: el problema está en la escasa diversificación del modelo económico, no en el turismo en sí.

Pero lo cierto es que este debate demuestra el poco valor que, en demasiadas ocasiones, se le da a la industria turística y que, en Sevilla por ejemplo, se trasluce en esas voces críticas con una ciudad de camareros de bar y camareras de piso o con esa nueva cocina que planta cara a las tabernas con solera, como si ambas cosas no fuesen compatibles.

Imagino el espíritu, ya no de los trabajadores, sino de los muchos alumnos de escuelas y universidades que aspiran a encontrar su futuro en un sector que, hoy por hoy, es la locomotora económica de esta ciudad. Sobre todo, después de conocer un informe realizado por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) para la Junta de Andalucía que ha levantado ampollas en algunos círculos tras recomendar suspender el Grado de Turismo por su baja demanda y baja inserción laboral. ¿Cómo es posible? Un lamento habitual en el sector es la necesidad de contar no con más mano de obra, sino con personal formado, cualificado y competitivo aquí en Sevilla, donde, paradójicamente, cada vez hay más alumnos de Turismo que se abren un brillante camino fuera. Algo pasa, está claro, en un sector vapuleado y castigado también por el intrusismo.

Yo creo que el turismo es lo suficientemente importante para que cuente con una titulación universitaria e independiente y pedir lo contrario me parece una falta de respeto a mucha gente que ama a este sector y emplea todo lo que puede y más por mantenerlo a flote. Muchos de ellos echan en falta, ahora más que nunca, un Colegio Profesional de Turismólogos o expertos en Turismo, pues ni siquiera hay un término reconocido oficialmente para estos estudios. Intentos ha habido varios, todos fallidos, y lo más cercano a este colegio son asociaciones que sí han logrado articularse en el sector y desde las que se reclama también la creación de esta figura colegial.

Hace unos días oía el motivador discurso de apertura de curso del director de la Escuela de Hostelería de Sevilla. Iñaki Echeveste, en nombre de este centro prestigioso, se ofrecía a acompañar a los alumnos en un proceso necesario antes de iniciar sus estudios: cambiar de mentalidad, una condición indispensable para que quienes se forman en esta profesión entiendan que va más allá de saber de cocina, bodegas o servicio en sala, por ejemplo. Un cambio que no sólo necesitan los alumnos. Entender que el turismo es un lastre hoy para la recuperación económica es un grave problema.

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