La ciudad y los días

carlos / colón

Progresismo sin etiquetas

EL PSOE se enfrenta a su mayor desafío ideológico desde el Congreso Extraordinario de 1979, en el que renunció al dogmatismo marxista para homologarse con la moderna socialdemocracia europea. 37 años después debe dar otro paso para adecuarse a un contexto social, político y económico muy distinto. No se puede avanzar en el siglo XXI resucitando ideologías del XIX que el propio PSOE abandonó en el 79 tras constatar su fracaso al precio de millones de vidas.

Su enemigo, hoy, es el populismo podemita, antisistema y poscomunista, que le come votos. Y su opositor político no es la extinta derecha reaccionaria, clasista y clerical, sino la nueva derecha liberal que es tan pragmática, agnóstica y relativista como la nueva izquierda socialdemócrata es consumista y liberal. Para sobrevivir tras la imparable sangría de votos que sufre desde el fin de la era González, intentar frenar la cadena de fracasos electorales solo rota por Zapatero (y ello gracias a aprovecharse de la mala gestión que hizo el PP de los atentados del 11-M) y mantener su identidad en tiempos de tan profundas transformaciones sociales, el PSOE intentó, no renovarse, sino inventar un PP de fachas clericales enemigos del pueblo. No funcionó porque no respondía a la realidad. Lo que logró fue radicalizar una parte de su militancia, dar alas a Podemos y hacer muy difícil, si no imposible, dialogar con el PP. ¿Cómo llegar a acuerdos entre los dos grandes partidos constitucionalistas, o siquiera abstenerse y ejercer la oposición permitiendo la gobernabilidad del país, si previamente se le ha pintado como un diablo autoritario que se complace en hacer sufrir a los ciudadanos?

La malograda UPyD señaló el camino de un progresismo sin etiquetas. En su manifiesto fundacional decía: "Ni la izquierda ni la derecha son ideas platónicas, invulnerables al paso del tiempo y a los cambios sociales. Cuando hablamos de izquierda o derecha no estamos refiriéndonos a la Guerra Civil, ni a la Segunda Guerra Mundial, ni a la Revolución Rusa o Francesa, sino a los muy concretos partidos que se ponen esa etiqueta en el día de hoy. (…) Nosotros preferimos hablar de progresismo en vez de izquierda o derecha. Ser progresista es luchar contra las tiranías que pisotean la democracia formal, así como contra la miseria y la ignorancia que imposibilitan la democracia material". Creo que la única posibilidad de éxito del PSOE es que emprenda este camino.

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