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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Pureza desnuda del Rocío

El camino más recto a Dios y a su Madre es la caridad; y ese camino lo hacen las hermandades todos los días

Ha querido la casualidad que esta tragedia estallara cuando estaba en Almonte. Pero el hecho es que en estos tiempos recios está con los más suyos. Como cuando de antiguo era trasladada de su ermita a Almonte en tiempos de guerras, epidemias y sequías. Y está en el corazón de esos otros hijos suyos con los que no vive, pero la quieren tanto como el que más y son queridos por Ella sin hacer distinciones. El amor de los hijos no conoce distancias y el corazón de una madre se multiplica al darse. Quién había de decirnos, ebrios de soberbia prometeica y babélica como estamos, que en el siglo XXI habíamos de sufrir el azote de las epidemias, los encierros y las cuarentenas; y conocer la suspensión de la romería a causa de una epidemia como sucedió por última vez en 1887.

Sé, porque tengo muy buenos amigos en Almonte, en la Macarena y en Triana, cuánta tristeza les produce no poder vivir la romería este año. Pero también sé -y muchas veces lo ha dicho en estos días don Manuel Sánchez, director espiritual del Rocío de Triana- que esa tristeza no es nada frente a la que tantas muertes y sufrimientos producen en el corazón de quienes no son devotos de la fiesta, sino de la Virgen del Rocío. Romería, fiesta y cante son la expresión de la alegría de saberse hijos de tan sabia, alegre y luminosa Madre; son el camino, no la meta: la meta es Ella. Aquí, admirado don Antonio, no se hace camino al andar: el camino está trazado desde hace dos mil años por quien dijo que Él era el camino, la verdad y la vida. Desaparecida este año esa expresión de alegría, no desaparece su causa; cerrado este año el camino, no desaparece su meta.

Este Rocío sin romería tendrá la pureza desnuda que lo auténtico tiene cuando se le despoja de todo lo que, siendo importante, no es esencial. Está en Almonte la causa de nuestra alegría. Están en las capillas los Simpecados. Está en los corazones la devoción. Y no se han parado -al revés, se multiplican ahora que son más necesarias que nunca- las ayudas a los más necesitados. Sé por mis queridos amigos de la casa de Almonte 18 que en Triana se llama trianidad a este fundir devoción, hermandad, diario trabajo oculto y romería con caridad como una única y misma cosa. El camino más recto a Dios y a su Madre es la caridad (no le tengamos miedo a la palabra: significa amor) y ese camino lo hacen las hermandades del Rocío todos los días.

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