La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Queda la Macarena

La Hermandad de la Macarena actuará conforme a derecho, como siempre ha hecho desde 1595

Estaba claro que en cuanto dejara de dar juego la tumba de Franco se tomaría con renovadas fuerzas el asunto de la de Queipo. Así ha sido. Y se ha hecho con las más groseras maneras posibles, desde arrojar pintura y hacer pintadas en los muros de la Basílica (cursilísima por cierto la última, digna de pregón ripioso) hasta convocar ruidosas concentraciones mientras, "casualmente", dentro se está celebrando la Función Principal de Instituto. Son agresiones innecesarias porque la hermandad, como ha dicho su hermano mayor, actuará conforme a derecho. Como siempre ha hecho desde el 24 de noviembre de 1595, ya emanen las leyes de poderes absolutistas, ilustrados, liberales, conservadores, dictatoriales o democráticos. De Felipe II a Felipe VI edades, siglos y regímenes pasan… Y la Hermandad de la Macarena queda.

Que Queipo fue un criminal de guerra está fuera de toda duda histórica: desplegó una política de terror y muerte que obedecía al odio, la venganza y el exterminio y no a la consecución de objetivos militares. Lo que sucedió igualmente en la retaguardia republicana. Recordarlo no absuelve a Queipo de sus crímenes, pero es necesario hacerlo para no engordar el relato de que la represión de retaguardia fue cosa solo de los franquistas. Acaba de publicarse el documentado y riguroso Retaguardia roja: violencia y revolución en la guerra civil española (Galaxia Gutenberg) del historiador y catedrático de la Complutense Fernando del Rey. Léanlo.

Y lean estas palabras del prestigioso historiador y maestro de historiadores Pierre Nora: "Memoria e historia funcionan en dos registros radicalmente diferentes… La memoria siempre es portada por grupos de seres vivos que experimentaron los hechos... Es afectiva, emotiva, vulnerable a toda manipulación, susceptible de permanecer latente durante largos períodos y de bruscos despertares… Por el contrario, la historia es una construcción siempre problemática e incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. A partir de esos rastros el historiador trata de reconstituir lo que pudo pasar y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo. La memoria sólo acepta las informaciones que le convienen. La historia es una operación puramente intelectual que exige un análisis y un discurso críticos. La historia permanece; la memoria va demasiado rápido. La historia reúne; la memoria divide".

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