Estando siempre más cerca del triunfo que su rival, el Sevilla no sólo salió por su pie de Stamford Bridge, sino que si algún pero puede ponérsele a la noche sevillista es el de haberse hecho de sólo un punto. Partidazo grande de la tropa de Lopetegui que aunque es algo que a nadie sorprende, hacerlo en un escaparate como el londinense es digno de mucho encomio. Superó al Chelsea de campana a campana y a soñar se ha dicho.

Cuando se llega al intermedio sólo se le pone un pero al Sevilla y es el de no ir ganando. Con méritos sobrados para llevar la mano del partido, el equipo de Lopetegui le daba sopas con honda al Chelsea. De tal manera la cosa que dicho Chelsea quedaba hasta ridiculizado en los dos aspectos principales de la elaboración, tanto en la resta como en la suma, tanto sin balón como cuando lo tenía para verse incapaz de superar ninguna línea de presión de una tropa bien organizada.

Un testarazo de Suso, un autogol que evita felinamente Mendy y nada de trabajo para Bono es el resumen de un primer tiempo en el que el Sevilla ha dado una lección. Desde su consabida competitividad hasta unos tiempos de posesión escandalosos ya digo que lo único que se echa de menos es que la segunda parte arranque sin que se haya movido el marcador a favor del equipo sevillista. Y en el intermedio, la sensación no puede ser más favorable para los blancos.

Y las sensaciones se hacen realidad salvo unos apurillos en el arranque. Unos apurillos que fueron un visto y no visto para que la solidez y la organización del Sevilla vuelvan a escena de inmediato. Partía el Chelsea como favorito del Grupo E, pero eso ya no tiene vigencia. Visto lo visto, desde ya puede afirmarse que el de más opciones para ser líder es el Sevilla, ese Sevilla que siempre compite como si le fuese la vida y que en un rodeo tan especial salió a relucir una vez más.