TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Quieren ser como Riestra

TODOS los que en el gobierno municipal de Sevilla están de facto en situación de expectativa de destino ya tienen otro espejo en el que mirarse, además del acaparado por Celis en su trasvase Ayuntamiento-Junta. El espejo de Enrique Álvarez Riestra, que deja la Jefatura Superior de Policía para Andalucía Occidental y es enviado a Rabat como agregado de Interior para la Embajada de España en Marruecos, permutando su despacho con el comisario Antonio Jesús Figal, hasta ahora con dicha encomienda en la capital marroquí. Se va de la Sevilla orgánica y no pierde su silla oficial ni sus altos honorarios.

El balance de Álvarez Riestra tiene dos polos antagónicos. En el haber, han mejorado los índices de seguridad ciudadana, se ha remendado en parte el gran descosido de la falta de policías asignados a Sevilla, y se ha avanzado mucho en la lucha contra las nuevas formas de delito a través de internet. En el debe, sobra con citar un solo tema: la corrupción en la unidad contra el narcotráfico y el escandaloso robo de droga incautada y almacenada en la mismísima Jefatura Superior. Un caso que basta para te exijan responsabilidades y hacer las maletas. Nadie está libre de verse traicionado en sus cuadros de mando. Pero también está obligado a conocer de qué pie cojea cada uno, para segar la mala yerba antes de que deshonren a la Policía sevillana más de un año.

Álvarez Riestra cambia de orilla pero no de temas fronterizos en el binomio entre delincuencia y seguridad nacional: narcotráfico, terrorismo, mafias. Su sucesor ha de enfrentarse al repunte de los robos por la crisis, cuando en fincas, urbanizaciones, polígonos, colegios, etc., se arrambla con el cobre, las placas solares, los pallets para supermercados, los ordenadores para escolares y cualesquiera bienes que se puedan monetizar en el mercado negro.

Los magníficos gestores de Mercasevilla quieren un relevo acorde con sus galones: cargos, donde estar callados. Que de las medallas no se come.

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