NO se sostiene la esquizofrenia en la que incurre TVE cuando, por un lado, predica que es la cadenae entre la avalancha de materiales exhibidos en el Festival de Cine de San Sebastián algunas joyas como Mi querida España quedaron engullidas por los títulos más mediáticos. Pero no deberíamos pasar por alto este exigente trabajo impulsado por La Zanfoña y dirigido por Mercedes Moncada en el que se marcaron como objetivo hacer un retrato de la España del reinado de Juan Carlos I partiendo de las entrevistas, las miles de entrevistas, que Jesús Quintero llevó a cabo coincidiendo en el tiempo con dicho mandato.

Esto ha supuesto una tremenda labor de documentación. Pero también un enorme placer. Porque realizar una inmersión en los territorios de Jesús Quintero siempre lo es. Mi querida España está repleta de perlas. Y aunque a su inicio introduce declaraciones de Adolfo Suárez y otros políticos procedentes de intervenciones radiofónicas (lo que obliga a recurrir a planos de recursos y a que se ralentice algo el artefacto fílmico) en cuanto llegan las imágenes de los invitados a los programas televisivos, El perro verde, Cuerda de presos, El vagamundo y tantos otros, procedentes de TVE, Antena 3 y Canal Sur, los espectadores nos quedamos clavados a la butaca. Las entrevistas de Quintero son muy potentes. Hasta en sus silencios. Más todavía en sus silencios. Y el poder que ejerce la cámara en cada contraplano es sorprendente.

Mi querida España pasa en un santiamén. Porque los ingredientes son de primera. Uno no puede ver recitando a Graciela Ortega sin que los ojos le hagan chiribitas. La película cuenta con la presencia del propio Jesús Quintero que, como un dandi, se pasea por las calles de Cádiz. Y son las comparsas y chirigotas de esta ciudad las que prestan un contrapunto glorioso a las entrevistas. A base de inteligencia y humor del bueno. Se merecerían muchas películas.

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