Pocas veces, quizás ninguna, hemos sufrido tanto viendo sufrir a un deportista como la otra noche en el Masters de Roma. Era una pelea con el cuchillo en la boca contra el dolor que convive con él la que mantenía Rafa Nadal en su duelo con Denis Shapovalov, que es un canadiense hijo de ruso que nació en Israel y vive en las Bahamas. Daba grima ver al héroe balear arrastrándose por la pista sin ni siquiera amagar con tirar la toalla. Desde que tenía dieciocho años sufre Nadal un problema en el pie que le ha llevado a convivir con el dolor y con los analgésicos. Veintiún Grand Slam después sigue dando ejemplo de deportividad y de una competitividad admirable. "No estoy lesionado, sólo convivo con la lesión", explicaba el que quizás sea el mejor deportista español de todos los tiempos. ¿Podrán los calmantes llevarle a ganar su decimocuarto Roland Garros?
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