Aunque era una noticia anunciada repetidamente casi desde el mismo día que se fue, el retorno de Iván Rakitic es la gran nueva del verano sevillista después de la conquista de La Sexta. Quién iba a pensar que un croata nacido en Suiza se incardinaría en Sevilla como Rakitic se integró en Pino Montano, que no es, precisamente, Triana. Pues sí, el hombre se vino de Gelsenkirchen para hacerse un sevillano más de inmediato.

Se fue al rebufo de la pasta a Barcelona hace seis años y en todo este tiempo no dudaba en proclamar su fe sevillista, que adquirió, dicen, con la ayuda inestimable de su familia sevillana. Por tanto, que iba a volver al Sevilla en cuanto no le sirviese al Barça era algo incuestionable. La marcha de Banega al calor de los petrodólares aceleró la cosa; es más, no parece que hubiera el Sevilla afrontado esta operación retorno en el caso de que el rosarino hubiese continuado en Nervión.

Se trata de una operación que justifica el alto costo de su ficha, ya que con él logra el Sevilla que el trascendente rol que interpretaba Banega no quede huérfano. Con Rakitic, el Sevilla adquiere trabajo y fútbol más una considerable dosis de experiencia que le vendrá que ni pintada en un curso que se presenta apasionante. Y aunque en fútbol es de mentirosos prometer (Cantatore dixit), la de que viene para que el Sevilla sea más grande es una clara declaración de intenciones.

Es una noticia top del mercado de fichajes esta vuelta de Iván Rakitic a su casa. Una noticia que altera los pulsos de un sevillismo que ya galopa ilusionado hacia la meta soñada del día de las Mercedes en Budapest. Y se da una circunstancia rara en fútbol, la de las idas y venidas para el puesto de regista del Sevilla. Cuando Rakitic se fue en 2014, Monchi tiró de Banega y ahora que el argentino se marcha, el mismo Monchi tira de Rakitic para suplir a Banega. De oca en oca...