RECONOZCA de una vez el error y deje de dar la barrila ante la UEFA, que los reglamentos son los reglamentos y así como resulta improcedente bajarse del caballo en medio del río no tiene sentido cambiar las ordenanzas en pleno curso. Además, el Liverpool está por medio y seguro que los largos tentáculos del fútbol inglés no van a permitir que el Real Madrid tenga bula para la ilegalidad que supondría inscribir a Diarra y Huntelaar para enfrentarse a los reds. Se equivocó su gente, señor Calderón, y punto, no hay más, reconózcalo de una puñetera vez y no mande más papelitos a Platini, que ya está bien de hacer el ridículo.

Y es que es eso, el más espantoso de los ridículos lo que el Realísimo está haciendo en todo el fútbol universal. Cometer un error y empecinarse en él es equivocarse dos veces y el mejor club del Siglo XX no se merece ser un hazmerreír más de los muchos que pululan por este mundo del fútbol. Se comprende que debe ser doloroso que un organigrama tan costeado como el del Realísimo caiga en situaciones como la de fichar a dos refuerzos inútilmente. La Champions es el objetivo que el Real contempla menos lejano y si en dicha competición no se pueden alinear todos los refuerzos últimos, queda claro que el plan reforzador salió cual tiro por la culata.

Pues eso, que se pide responsabilidades a los ejecutivos que erraron, se calla uno la boquita y no se hace más el ridículo apelando y apelando mientras el Liverpool anda ojo avizor a la espera de que se cumpla la ley vigente. Alguien ha dicho que el Liverpool debiera callar porque se benefició en 2005 de su título de Champions para meterse en la competición sin haberse clasificado en la Premier. Cierto es, pero jamás un campeón se había quedado fuera en la siguiente edición y, además, no hubo ningún grande dispuesto a reclamar. Lo dicho, don Ramón, el cupo de fallos está cubierto y calladito se está más guapo, conque no reclame más.