Durante unos días esta ventana se ha estado abriendo al Prater y no a Rioja, muy cerca se podía contemplar la Ópera y muy lejos ni siquiera se adivinaba la Plaza Nueva. Encanto prenavideño de Viena con sus fríos y unas luminarias que lustran la monumentalidad de la antigua capital del Imperio Austro-húngaro. Y quizás sea en Viena donde el Danubio se muestra más azulado y como deseando convertirse en pista de hielo, que las temperaturas en este tiempo prenavideño son de abrigo y gorro frigio. Inolvidables serán estos días austriacos en compañía del núcleo duro familiar con tres generaciones al unísono y disfrutando de una desconexión de la rutina que a veces se hace muy necesaria. Pero todo se acaba en esta vida y, desde ya, La Ventana se abrirá de par en par a Rioja, la Plaza Nueva estará a un naranjazo y la vida recobrará su rutina, tan necesaria también.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios