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Carlos Colón

Recuperar el Llorens

LEO el titular de la entrevista de la compañera Charo Ramos a María del Mar Sánchez Estrella, nueva responsable cultural del Ayuntamiento, y el corazón me da un vuelco: hay una posibilidad de que la señora Danvers destructora no pueda con la tímida Rebeca del patrimonio cotidiano de Sevilla; de que los elefantes de la falsa modernidad no sigan abriendo su senda a través de la Sevilla histórica; de que el profesor Fate no ordene a Max que apriete el botón para que surjan más setas venenosas; de que el gobierno popular en Sevilla sea una pura maravilla. Y me marco un The Carioca con Fred & Ginger al leer que el nuevo Ayuntamiento quiere -al menos quiere- recuperar el cine Llorens en el que los sevillanos vieron Rebeca, La senda de los elefantes, La carrera del siglo, My Fair Lady o Volando a Río de Janeiro. El cine que lleva el nombre de don Vicente Llorens -erudito, publicista, abogado, archivero, empresario teatral y cinematográfico- y diseñó José Espiau en 1915 en estilo historicista neomudéjar y neorrenacentista.

El Llorens no es sólo nostalgia; no es sólo -junto al Imperial y el Cervantes que también Sánchez Estrella quiere revitalizar- la única huella que queda de los cines históricos. Es una valiosa muestra de la arquitectura regionalista que forma parte, por su programación, de la mejor historia cultural de la Sevilla del siglo XX. En él, como sede de la Sociedad Sevillana de Conciertos, Manuel de Falla presentó en 1924 la Orquesta Bética de Cámara dirigida por Ernesto Halffter; dieron conferencias Zamacois, la Pardo Bazán o Unamuno; actuaron Raquel Meller, Centeno o Arthur Rubinstein; se presentó el cine sonoro el 9 de enero de 1930…

Recuperar el Llorens en su pureza originaria de los años 10 y 20 es relativamente fácil. Porque su muerte como cine en 1982 desveló que tras la gran pantalla de Cinemascope, que todos los cines de estreno sevillanos incorporaron a mediados de los años 50 tras el éxito de La túnica sagrada -cinco meses en cartel en el Álvarez Quintero, la sala que presentó en nuestra ciudad este formato en mayo de 1954-; y que tras la aún más grande pantalla de Todd-Ao 70mm que se instaló en el Llorens en septiembre de 1963 y se inauguró con Barrabás, se había conservado intacto el frente de 1915, incluido el escenario y su bella embocadura o concha que tenía las proporciones cuadradas del cine anterior a los grandes formatos.

Pásense a verlo -hoy es un salón de juegos- y sueñen con esta sala convertida en sala de proyecciones, por ejemplo, de la Filmoteca y de conciertos de música de cámara. Ojala el sueño se haga realidad.

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