fernando Mendoza

Recuperemos la casa de Murillo

El autor propone un nuevo uso para el inmueble donde nació el pintor

EL día 3 de abril de 1682 fallecía Bartolomé Esteban Murillo en su casa de la calle Santa Teresa de Sevilla. Trescientos años más tarde, el 13 de noviembre de 1982, se inauguraba en esta casa el Museo Casa de Murillo adscrito al Museo de Bellas Artes. Murillo, que compone con Velázquez y Valdés Leal la gran trinidad de la pintura barroca sevillana, fue en el siglo XVIII y buena parte del s. XIX "…el pintor español más conocido y famoso allende nuestras fronteras" en palabras del catedrático Diego Angulo, autor de una monumental biografía y catálogo del ilustre artista. Hoy es posible encontrar murillos en los principales museos del mundo tanto obras religiosas como profanas.

La casa donde murió Murillo fue identificada sin género de dudas por Diego Angulo basándose en textos de González de León y otros autores. La casa estaba dividida en dos viviendas, pero tras la expropiación y la exploración constructiva realizada, en primer lugar por el arquitecto Rafael Manzano y en una segunda fase por mí mismo, quedó aclarado que era una casa del siglo XVI que mantenía muchos de sus elementos originales.

La idea de dedicar esta casa a la memoria del pintor estaba basada, además, en que existía un testamento muy pormenorizado de sus últimos bienes, lo que me permitió rehacer el mobiliario y enseres de una casa sevillana que ya existía en 1530, con fuerte influencia mudéjar. Para ello se realizó una hipótesis de utilización de los espacios apoyada en el testamento del artista y en la tipología de las viviendas de esta época. Descartada una recreación fiel del ambiente original de la casa por falta de fondos que permitieran comprar textiles y otros objetos de época, se optó por una digna musealización del inmueble en la que se incluían varios murillos, el estudio del artista, la cocina y otros espacios tematizados.

Pero más allá de una mera recreación de época, el objetivo principal de este centro se basaba en hacer lo que hoy entendemos por un centro de interpretación y documentación de la pintura barroca sevillana, en una época en que no existía Internet ni los medios audiovisuales que hoy son habituales. Este objetivo no pudo ser cumplido en parte por la falta de interés del último gobierno de UCD.

Esta instalación, que fue muy visitada y bien acogida por el público, duró en su configuración inicial hasta 1988, año en que se desmanteló. En 2010, el consejero de Cultura Paulino Plata opinaba que "La Casa de Murillo no es el lugar para un Museo sobre Murillo", olvidando, no sé si inocente o interesadamente, que la casa nunca fue concebida como un museo para la obra del pintor sino como una Casa de Artista de las que existen muchas en Europa tales como las casas de Shakespeare, Mozart, Víctor Hugo o Goethe y en España las de Cervantes, El Greco, Sorolla, Falla, Lope de Vega o Picasso, este último con tres sedes en Málaga, Barcelona y París.

Los dos directores de la Casa Museo, el inolvidable Manuel Rodríguez-Buzón y el museólogo Jose Ramón López Rodríguez, realizaron todos los esfuerzos imaginables para cumplir el sueño de Don Diego Angulo, una celebración de un inmenso pintor sevillano, uno de los más grandes en la Europa de su época.

Actualmente, con la casa restaurada y los medios tecnológicos disponibles, ya sería factible realizar un centro internacional de investigación, interpretación y documentación de la pintura barroca sevillana que tuviera entre sus objetivos la interconexión de los distintos museos y fundaciones nacionales e internacionales que se ocupan de este tema. Mostrar algunas de las obras de Murillo en el Museo de Bellas Artes no es suficiente. Nuestros pintores barrocos son un gran patrimonio de la ciudad que hay que valorar al máximo.

La escala doméstica de la casa de Murillo ofrece la posibilidad, además, de mostrar obras de pequeño formato así como dibujos y grabados tanto del artista Murillo como de sus coetáneos y ofrecer en formato digital la totalidad de su obra de gran calidad y poco conocida.

Las oficinas de flamenco que ocupan la casa actualmente pueden encontrar cualquier otro acomodo, pero la Casa donde vivió y murió Murillo, que está enterrado en la vecina plaza de Santa Cruz, es única y se transfirió por el Estado Central a la Junta de Andalucía para este fin. La conmemoración de los 400 años del nacimiento del artista en 2018 puede ser un buen argumento para recuperar una idea de los años setenta que sigue estando vigente y que nunca debió abandonarse.

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