Fue como un acto de venganza por el arboricidio imperante lo que los árboles de la avenida Rodríguez Casso perpetraron contra sus verdugos. Así es si así os parece, los árboles del parque se levantaron de manos contra el mandarinato vigente y chafaron el numerito con el que el Ayuntamiento pensaba clausurar los fastos por el quinto centenario de la primera Circunnavegación. Claro que la floresta contó con la complicidad de los organizadores, pues de otra manera no hubiese tenido efecto tal acto de rebeldía. Ni al que asó la manteca se le habría ocurrido montar un espectáculo de drones en ese lugar, ya que es como si la visión de las Perseidas se programa en un sótano. Y, claro, pasó lo que pasó, que la gente se fue en estampida a la Plaza de España a ver si había más suerte. Y ahí, la reedición de cuando ruge la marabunta, con lo que el fiasco estaba consumado.