POCAS sensaciones hay tan bonitas como la de estar enamorado. Las mariposillas en el estómago, la ilusión al ver encenderse la pantalla del móvil a deshoras, las manecillas del reloj adaptando su velocidad dependiendo de cuando estamos junto a la persona que amamos o esperando a que aparezca por la esquina... Los suspiros, la temperatura corporal, los planes y los pajaritos cantando en tu ventana cada mañana. ¿Te sientes identificado? Todos el algún momento hemos estado enamorados y definitivamente no hay nada más bonito. Siempre que sea correspondido. Yo no sé a vosotros pero a mí se me parte el alma cada vez que Melanie Griffith bucea en sus recuerdos para gritar el amor que siente por el padre de su hija, el que ha sido su marido durante dos décadas y que sigue siendo el hombre de su vida. Melanie, que borró a 'su' Antonio del brazo, no ha sido capaz de sacarlo de su corazón. Esta misma semana, en la que mucho se ha hablado de ellos entre galas, cumpleaños y lanzamientos, la norteamericana ha dejado mensajes en Instagram del tipo "te amaré siempre". Justo en los días en los que Antonio vacilaba de novia súper joven y maciza en un photocall. Es obvio que el actor, al cual admiro como profesional y persona, tiene todo el derecho a rehacer su vida y a cazar mariposillas para volverlas a meter en su estómago, pero claro luego está Melanie, enamorada hasta los huesos de un hombre que no siente lo mismo.

Maldito Cupido, ¿por qué nos lo pones tan difícil? Tú que se supone que debes lanzar tus flechas y unir a las personas adecuadas con las personas adecuadas. Tú que te das golpes de pecho de ser el dios del amor. Pues a veces patinas, ¿sabes? Porque por supuesto que Melanie y Antonio fueron felices durante 19 años y que en su momento diste en la diana, pero, pregunto, si todos tenemos a nuestra media naranja ahí fuera, ¿por qué te empeñas en que chupemos limón?