ENERO avanza a paso acelerado y en el Betis no se mueve ficha en cuanto a reforzar la plantilla. Chaparro dice que sólo se ficharía para mejorar y como Lopera está convencido de que esa plantilla es difícilmente mejorable, pues darán las doce de la noche del próximo jueves, 31 de enero y festividad de San Juan Bosco, y todo seguirá tal cual, como está o peor. O peor porque ya se sabe que el fútbol es deporte de contacto y el fantasma de las lesiones se hace de carne mortal con demasiada frecuencia por los camerinos de Heliópolis. Y luego, lo del gasto en un club que se ha hecho socio numerario de la tienda de los veinte duros.

Ocurre también que quién garantiza acierto en los fichajes si ni siquiera con la meticulosidad que se hacen estas cosas en la otra acera se puede certificar el acierto de antemano. ¿Cuántas veces verían los hombres de Monchi a Mosquera y a Boulahrouz antes de decidirse a ficharlos? Y como, por si fuera poco, la plantilla del todavía Real Betis Balompié es, según el gran oráculo que mueve sus hilos, mucho mejor que la de equipos que le sacan diez o catorce puntos en la tabla, pues dejemos la fiesta en paz y afrontemos toda la segunda vuelta con lo que se tiene, que llegue febrero y el Betis se encuentre con lo puesto, total ¿no está ya bien Odonkor?

Nunca creí en los refuerzos invernales, sobre todo porque la planificación es importante y ha de hacerse a su tiempo, cuando los fríos para fichar en las calores, nunca al revés. Claro que aquí ni siquiera es al revés, ya que en Heliópolis planificar es un verbo que se conjuga poco, o nada. Ha sido tajante Lopera en lo de que no cambiaría su plantilla por ninguna otra en el enésimo insulto a la inteligencia de los béticos, de esos béticos que comprueban a diario cómo son insultados desde dentro de su propia casa, incluso bético accionistas a los que se calumnia verbalmente. Está claro que con una plantilla tan buena como la del Betis no se necesitan refuerzos, claro que no.