El Regionalismo y la piqueta

El Regionalismo fue uno de los movimientos que mejor contribuyó a acabar con el caserío

La arquitectura regionalista cada vez está más protegida en Sevilla, por catálogos y normas y lo que es más importante, por la sensibilidad de los sevillanos que parecen haber colocado a los grandes edificios regionalistas como la Plaza de España y otros, en los estantes de esa vitrina mental donde ponemos las cosas que nos importan. Aún quedan ejemplos y elementos que proteger y trazados urbanos de algunas barriadas significativas en la historia de Sevilla como Nervión. Pero podemos decir que los principales edificios están a salvo de la piqueta. Pero, qué piensan si les digo que el Regionalismo, que nos ha dado una extraordinaria arquitectura, fue uno de los movimientos arquitectónicos que, en los primeros años del siglo XX, más y mejor contribuyó a hacer desaparecer el caserío sencillo, de una o dos plantas y fachadas encaladas. Una Sevilla heredada de los siglos XVII y XVIII junto con la ruina económica y que en la segunda mitad del XIX era una ciudad abigarrada e insalubre. Por fortuna, las corrientes de pensamiento higienista calaron en la administración y pusieron en marcha obras de saneamiento y mejora interior de muchas ciudades, Sevilla entre las más importantes. El Proyecto General de Reformas elaborado por el arquitecto José Sáez López hablaba de drenar para poder reconstruir un casco histórico saludable. Ensanche de calles y un ambicioso plan de alcantarillado que abarcaba toda la ciudad.

Afortunadamente, ese momento de la ciudad ha sido objeto de estudio y de varias publicaciones. Es muy significativo el realizado por el arquitecto Javier Tejido Jiménez: La demolición a gran escala como técnica de intervención urbana. La apertura de la Avenida de la Constitución de Sevilla (1906-1927). Cito: "Fue la propia acción destructiva la que sustentó la rotundidad de la intervención. Podemos afirmar que existió únicamente proyecto de demolición, mantenido a lo largo de dos décadas por una firme voluntad municipal y social de llevarlo a término, en tanto que la arquitectura de la vía surgió por la sumatoria de las nuevas construcciones, reguladas por unas ordenanzas municipales que fijaban la altura de la edificación proporcionalmente a la anchura de la calle".

Esa demolición acabó con la calle Génova de las pinturas románticas y con los Colegios de Santa María de Jesús y Santo Tomás. A cambio se edificaron algunas de las obras más significativas del regionalismo como la casa del Marqués de Villamarta de Aníbal González y otras como el Teatro Coliseo. Igualmente ocurrió con el ensanche de la calle Mateos Gago, la Cuesta del Rosario, las calles Laraña, Martín Villa y Canalejas. Y muchas otras.

Cuando se enorgullezcan de esos rotundos edificios regionalistas de ladrillo, cerrajería y cerámica que jalonan esas calles, piensen que hubo una operación a gran escala de demolición de la anterior ciudad, que una sociedad entera hizo desaparecer, para dar lugar a la nueva Sevilla que quisieron habitar y enseñar al mundo.

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