DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Regresar a Osuna

Ahora que el turismo ha favorecido a Sevilla, no olvidemos el rico patrimonio de los pueblos

Siempre me ha resultado muy atractivo el perfil de Osuna, con la silueta del edificio de la antigua Universidad encaramado en lo más alto, junto a la Colegiata. Hace muchos años que fui por primera vez. El autobús en el que viajaba subió una pequeña cuesta y allí apareció la ciudad con todo su esplendor. Es una imagen que se mantiene intacta en mí, a pesar de los años transcurridos. Abajo, la fábrica de aceite y el caserío creciendo por la suave pendiente.

El autobús pasaba por calles rectas, ordenadas en cuadrícula, con casas blancas y portadas de piedra, hasta llegar a la plaza, donde paramos. Enseguida subimos hasta lo alto de la colina, con la ladera cubierta de chumberas hasta llegar al Instituto. Una sólida construcción de planta cuadrada, con esbeltas torres redondas en las esquinas rematadas por chapiteles cónicos. El patio renacentista y las galerías hablaban de la espléndida vida pasada del edificio, fundado como Universidad en 1548, y por donde pasaron insignes andaluces como Rodrigo Caro, Vélez de Guevara, Blanco White y Rodríguez Marín. Después visitamos la imponente Colegiata con sus magníficos óleos de Ribera y el Sepulcro Ducal con su pequeño patio plateresco.

De vuelta hacia el pueblo visitamos el Convento de la Merced con su magnífica torre y paseamos por algunas de las calles, deteniéndonos en las fachadas de muchas casas que mostraban orgullosas y rotundas las cornisas, frontones, columnas salomónicas y relieves que les daban forma. Entre todas destacaba la Cilla del Cabildo, una joya de nuestra arquitectura barroca. Espectacular. Creo que tiene la más bella representación del escudo del cabildo hispalense, con la Giralda y los jarrones de azucenas.

La luz de sus calles y edificios se quedaron para siempre en mi retina y han sido muchas veces las que he dibujado sus perfiles, en especial la colina con la Universidad y la Colegiata. Creo que gané la estima de don Alberto Balbontín con una acuarela de ese paisaje, que hice como trabajo de curso. Años después, en conversaciones con don Antonio Sancho Corbacho, en su pequeña tertulia de La Flor del Toranzo, tuve ocasión de aprender del maestro más detalles de la inabarcable arquitectura barroca sevillana. Osuna también me regaló la amistad de Manuel Rodríguez Buzón y la hospitalidad de su familia.

Además de arte y arquitectura, la ciudad es arqueología e historia. Las leyes romanas en bronce que custodia el Museo Arqueológico Nacional son testimonio de ello. Hay que visitar también la rica comarca de la Sierra Sur y disfrutar de la gastronomía local, como las friturillas de bacalao que llaman "repapalillas" o la "ardoria", que es una más de las variantes del salmorejo. Y por supuesto el cocido. Ahora que el turismo ha favorecido a Sevilla, no podemos olvidar el rico patrimonio de los pueblos de la provincia. Hoy les propongo regresar a Osuna, un viaje que podemos hacer también en tren y disfrutar del maravilloso patrimonio de todo tipo que atesora la villa ducal.

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