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¿Regreso a la sensatez?

Si miramos lo que ocurre en la Unión Europea, la sensación es que nunca habíamos tenido unas élites políticas tan ineptas

Hay quien dice que la victoria de Moreno Bonilla va a significar un regreso al moderantismo y a la centralidad en la política española. Ojalá fuera así, pero tengo mis dudas. No vivimos tiempos muy proclives al diálogo y al acuerdo político, sino que todo está cada vez más escorado hacia las propuestas disparatadas y el histerismo sobreactuado según el modelo de Mónica Oltra. Esperen un poco a que lleguen los ajustes terribles que nos va a imponer Europa, y ya verán que las calles se van a convertir en campos de batalla. Tarde o temprano, si continúa la misma situación económica y se perpetúa la guerra de Ucrania, vamos a vivir una angustiosa situación de subidas continuadas de precios, estancamiento económico y malestar ciudadano. Imaginen que en este contexto se recortan las pensiones un 20% -o más-, y que hay una subida generalizada de impuestos y de cotizaciones sociales, al mismo tiempo que se dispara el desempleo y tenemos desabastecimiento alimentario y unos costes energéticos incontenibles. ¿Se imagina alguien que en esas condiciones se va a imponer la política amable y moderada que representa Moreno Bonilla? ¿Alguien puede creer que una buena gestión va a servir para desactivar las protestas?

Hay muchos motivos para ser pesimista. En Latinoamérica hay una tendencia electoral imparable -el último ejemplo lo hemos tenido en Colombia- que lleva a las dos peores alternativas posibles a competir por el poder: un admirador de Trump contra un admirador del chavismo. El centro político -justo lo que representan Moreno Bonilla o Juan Espadas- ha desaparecido por completo. Y si miramos lo que ocurre en la Unión Europea, la sensación es que nunca habíamos tenido unas élites políticas tan ineptas como las actuales. En Alemania han tenido que reabrir las centrales térmicas de carbón -las más contaminantes- porque se habían quedado sin gas. Y mientras tanto han estado cerrando centrales nucleares -que no contaminan- por seguir los mandatos de la histeria ecologista (y de la simpática Greta Thunberg). Nos dicen que los precios aberrantes que pagamos por la electricidad se deben a la guerra de Ucrania, pero eso no es verdad. Se deben a las pésimas decisiones tomadas por unos pésimos políticos. Y en estas circunstancias, ¿quién puede confiar en la moderación y el diálogo?

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