La crónica económica

Rogelio / Velasco

Regulaciones financieras y crisis

LOS 16 años de expansión ininterrumpida de la economía norteamericana hicieron pensar a algunos que la era de los ciclos económicos habían pasado a la historia. Respecto de la economía española, el debate no ha sido académico -somos demasiado pequeños como para no estar sometidos a los vaivenes de los ciclos internacionales- sino que ha sido el público el que ha creído que las vacas flacas no volverían nunca. Nos enfrentamos ahora a una época de desaceleración intensa de la actividad, si no de recesión.

¿No se observaron síntomas previos a la crisis que hubiesen permitido tomar las medidas correctoras necesarias para evitarla? Casi todos los analistas estaban de acuerdo a la altura del verano de 2006 en que el precio de la vivienda en EEUU había alcanzado un nivel insostenible y los primeros síntomas se tradujeron en un aumento del impago de hipotecas. En consecuencia, las autoridades monetarias deberían haber fijado un nivel de tipos de interés más elevado para reducir la expansión del mercado hipotecario y, de esta forma, evitar una crisis inmobiliaria profunda y prolongada. Sin embargo, el problema tanto para las autoridades norteamericanas como para las europeas es que los modelos macroeconómicos que sirven de guía para la toma de decisiones monetarias o fiscales no tienen en cuenta el precio de los activos, ya sea que coticen en bolsa o los del mercado inmobiliario.

Con este marco de actuación, ¿cómo van a adoptar las autoridades monetarias o fiscales decisión alguna si carecen de un protocolo fiable que guíe sus acciones y de un mandato político que las respalde? Además, se añade que la evidencia muestra que cuando la economía se encuentra en una fase de expansión robusta y continuada, resulta muy difícil implantar medidas que frenen la expansión porque las oportunidades presentes para los negocios y las expectativas de los agentes tienen una mayor influencia que las medidas compensadoras que emanen de las autoridades.

Sin embargo, las autoridades monetarias -a ambos lados del Atlántico- sí hubiesen podido establecer controles más rigurosos sobre los intermediarios financieros -bancos y otras instituciones- que han jugado un papel primordial en la expansión del mercado hipotecario, valorando más conservadoramente los activos que se prestaban como garantía de títulos hipotecarios que, a escala masiva, se han colocado en el mercado durante los últimos 10 años. Esto podría equivaler a afirmar que las autoridades conocen mejor el riesgo que los propios agentes privados. No es necesario que sea así. Se trata, fundamentalmente, de modificar los incentivos que algunas instituciones financieras tienen para obtener un determinado nivel de rentabilidad sin que el riesgo asociado sea asumido plenamente y de una forma transparente para el mercado.

Los ciclos económicos parecen consustanciales a la actividad económica. Pero en el futuro deberíamos ser capaces de corregir los errores derivados de unos incentivos perversos y de unos controles sobre el sistema financiero construidos para un mundo más simple que pertenece al pasado.

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