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Reinventarse

El periodismo sigue siendo imprescindible para que el derecho a la información se haga realidad

De todos los eufemismos que en el mundo son "reinventarse" es el que más altera a quien lo encarna, o sea a quien tiene que afrontar la bonita tarea de cambiar de oficio porque el suyo se agota. Entiéndaseme, sé que los periodistas lloramos últimamente más que los teatreros y los poetas juntos (haciendo amigos) pero amén de haber vivido una reconversión que ni la crisis de astilleros y minas en su día, las nuevas tecnologías han venido a abrir nuevas perspectivas de ejercer la información y, la verdad, una escasez de recursos en los medios tradicionales que apenas llegan para sobrevivir. Recordar el mundo de ayer resulta más pesimista que una reseña del famoso libro de Stephan Zweig. Pero el periodismo sigue siendo imprescindible para que el derecho a la información se haga realidad. Aunque las redacciones ahora quepan en un taxi, aunque los periodistas gráficos ya no sean de plantilla, aunque haya secciones enteras que se nutran de colaboraciones. Aunque para que un redactor autónomo llegue a final de mes tenga que hacer más bolos que una orquesta de verbenas en verano. Y, casi siempre, para opinar o analizar, que no es lo mismo que informar aunque se les parezcan.

La semana pasada, en la emocionante entrega del premio Chaves Nogales -nivelazo de premiados, hay que reconocerlo- Patricia Simón dejó una dedicatoria que supo a sangre, sudor y lágrimas: "A mis compañeros que se vieron forzados a dejar el periodismo porque no les daba para vivir, a quienes lo abandonaron para no contribuir al envenenamiento de la sociedad. Desde que os fuisteis estamos peor informados. Ojalá podáis volver pronto". Dos días después y en otra reunión jubilosa en torno a una de las nuestras (la incombustible Carmen Carballo, máquina de vapor del periodismo cultural, inagotable directora de comunicación de la Fundación José Manuel Lara) algunos contaron sus proyectos. Abrir una librería. Terminar el MAES para optar a una plaza de secundaria. Hacer una oposición a un puesto público de la administración local. Todos querían seguir ejerciendo el oficio, pero a ratos como el que hace cojines de petit point, por pura pasión. Y el caso es que la comunicación se ha convertido en tarea sustancial de cualquier actividad, ya sea económica, social, política o artística. En las ofertas de empleo abundan los puestos de Dircom, los jefes de prensa multimedia de ahora mismo. Agitpro en versión 2.0. Tal vez se quedaron cortos Eco, Colombo y Alberoni con su sugerente La nueva edad media, escrito en 1974, aunque 12 años antes el maestro piamontés y autor de El nombre de la rosa ya nos advertía de que seríamos apocalípticos o integrados. Lo de carecer de nómina tal vez no lo vio venir. Como era brillante sí advirtió de que, si La Verdad en mayúscula no existe, la mentira sí. Desmontarla es periodismo.

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