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Resaca de la Madrugada

La desconexión entre la celebración y cierta parte de la sociedad hace vulnerable la seguridad durante la Madrugada

En su ensayo La Semana Santa de Sevilla: conformación, mixtificación y significaciones, el profesor Isidoro Moreno acuñaba el concepto de fiesta total, en la que junto a sentimientos religiosos y eclesiales confluyen también otros culturales, sociales o antropológicos. El fenómeno no se entiende sólo desde la perspectiva de la fe, y para valorarlo en toda su amplitud son importantes otros elementos como la tradición, la cultura o el sentimiento de pertenencia. Así se explica la fuerte implantación de la religiosidad popular en ámbitos en principio alejados de su causa, o las relaciones difíciles que han mantenido las cofradías con la autoridad eclesiástica.

Esa visión extensiva y culturalista de la fiesta es la que ha predominado en la última parte del siglo XX y se ha venido manteniendo, mal que bien, hasta esta generación. La de los apoyos institucionales aunque gobiernen partidos de izquierda, la que amplió el mundillo cofradiero a los barrios del extrarradio, la que aunó un consenso social y urbano generalizado al paso de las cofradías que hacían asombrosamente fácil la convivencia armónica de miles de personas de distinta condición en el corazón de la ciudad. Es precisamente la quiebra de esto último, en mi opinión, la causa principal de los incidentes y alborotos.

Se ha repetido que lo ocurrido básicamente es un problema de educación, y siguiendo esta corriente simplista, se ha ligado la zozobra con la pérdida de valores de la sociedad. Algo de esto habrá, desde luego, pero los que solemos vivir la noche más esperada en la calle sabemos que la mala educación y los comportamientos groseros son moneda común desde siempre, hasta el punto de ya en los ochenta evitar las cofradías ciertos sitios para no tener que soportar a borrachos y a niñatos. Lo que pasa es que aquellos gamberros de nuestra juventud, a su manera, se consideraban parte de la fiesta, y no pasaban la raya del insulto y la molestia.

Es esa desconexión entre la celebración y cierta parte de la sociedad la que hace especialmente vulnerable la seguridad durante la Madrugada y a su vez imposibilita el consenso social básico, arrumbado por nuevas actitudes transgresoras y violentas que cada vez se repiten más. Y no hay que ser muy perspicaz para vislumbrar a futuro soluciones que de manera progresiva eviten las manifestaciones espontáneas en beneficio del orden y la seguridad.

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