CAZADOR cazado. El concejal del PP Curro Pérez asumió el papel de ariete contra la regulación restrictiva del tráfico en el centro de Sevilla mediante cámaras de control. Fue el encargado de arremeter contra la guardia pretoriana de Monteseirín, acusándoles de manipular y despilfarrar. Para justificar la abolición de ese Plan Centro y convertirlo en otro filón político de la mala herencia recibida, los Zoido boys quisieron dar prueba de su espíritu de ejemplaridad y crearon una comisión de investigación. Es una decisión por la que debemos estarles agradecidos, no respondía al tópico de tapar un escándalo mediante una comisión que se convirtiera en vía muerta. Tan reveladora están siendo las comparecencias que el propio grupo del PP ha quedado en evidencia por sustentar su estrategia y sus decisiones a partir de un informe cuya credibilidad ha sido abatida con datos. Curro Pérez el Justiciero es ahora el Controvertido.

La comisión también sirve para que triunfe el axioma del gobierno de los funcionarios que Zoido ha propugnado con reiteración. De los funcionarios en plural, y no del funcionario en particular cuyo informe se ha convertido en un boomerang contra los políticos que han llegado a los cargos con ganas de hacer una purga en delegaciones como la de Movilidad. Y no han tenido la elemental precaución de cotejar la verosimilitud de las acusaciones, porque les venían como anillo al dedo para añadir motivaciones a su decisión de cargarse el Plan Centro.

Triunfan los principios de transparencia y de dignificación de la función pública, a costa de desacreditar a quienes los enarbolan de boquilla y perpetran lo contrario. El cambio que Zoido prometió para zanjar la desdichada era Monteseirín no puede consistir en que sus concejales circulen a contramano. El carné por puntos de Curro Pérez pierde crédito. Si las chapuzas y movidas de Fran Fernández van a tener imitadores en sus antagonistas electorales, Sevilla habrá tenido alternancia pero no alternativa en la política local.