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La crónica económica

Rogelio Velasco

Riesgo, insolvencia y liquidez

LOS sistemas bancarios de todo el mundo funcionan gracias a un supuesto sobre el comportamiento de los particulares: la confianza que depositamos en los bancos. Los nuevos ingresos y las retiradas de efectivo se cancelan -en realidad, en una economía en crecimiento, los primeros crecen más rápido- lo que permite a las entidades mantener en efectivo una pequeña cantidad en relación con los depósitos -entre el 3 y el 4 por ciento-, invirtiendo el resto en activos con escaso grado de liquidez. Si desconfiamos de alguna entidad y acudimos a retirar los depósitos, el banco quiebra al no poder liquidar rápidamente sus inversiones.

Ocurrió los pasados meses con el Northern Rock británico, exigiendo la intervención del Banco de Inglaterra. El pasado fin de semana se volvió a repetir en EEUU con el Bear Stearn. Sin embargo, el banco neoyorkino no es un banco al uso. No posee depósitos de particulares, no tiene oficinas abiertas al público para captar recursos. Son inversores particulares y, sobre todo, institucionales, los que les suministran los recursos que invierte en bolsa y en diversos fondos e instituciones de inversión. Sus recursos no están protegidos por el Federal Deposit Insurance Corporation (nuestro Fondo de Garantía de Depósitos) ni tampoco tiene acceso a créditos directos de la Reserva Federal, al contrario que los bancos que son de depósito.

¿Cómo es que la Reserva Federal (FED) acudió al recate de Bear? En realidad, al no poder prestar directamente, fue JP Morgan Chase (que sí es un banco de depósito) quien solicitó un préstamo de 30.000 millones de dólares, que a su vez prestó a Bear. Pero en vista de lo ocurrido, no era suficiente. El lunes JP Morgan anunciaba la adquisición del banco en dificultades. Bear ha sido una institución muy activa en el mercado de fondos de alto riesgo y de préstamos hipotecarios. La actual crisis de liquidez, el propio vencimiento natural de las obligaciones y la existencia de muchas operaciones de venta (puts) sobre fondos de Bear han provocado finalmente el colapso.

La actuación de la FED intentando rescatar a un banco de inversión muestra la excepcionalidad de las circunstancias, porque no lo realizaba desde el crack del 29. Esta actuación tiene sentido sólo por razones de liquidez. Pero cuando los activos del banco han visto deteriorados sus valores, la intervención directa de la entidad o su adquisición por otra -lo que finalmente ha ocurrido- es la única salida posible. Una inyección de liquidez salva problemas transitorios, pero no otros de solvencia a largo plazo.

Los mercados internacionales están nerviosos. La caída de un banco de Wall Street tiene repercusiones mundiales. Saben que las intervenciones de la FED bajando tipos y concediendo créditos ayudan a sortear problemas de tesorería. Pero si el fondo del problema es la solvencia de las entidades, algunas tendrán que desaparecer.

Estos problemas llegan, además, en el peor momento, cuando el petróleo y las materias primas están alcanzando niveles récord, amenazando con alimentar tensiones inflacionistas a la economía de EEUU, que se encuentra en plena desaceleración. El cóctel es explosivo. Esperemos que la onda sea corta.

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