SI hay dos comunicadoras que elevaron las cosas del amor a la categoría de programas de excelencia, estas fueron Gloria Berrocal, durante sus madrugadas en Radio 1 al frente de Noches de amor, y Margarita Rivière durante los trece domingos que dirigió y presentó Hablemos de amor en La 2, dónde si no, de nuestra TVE.

Margarita se nos ha ido en plena fertilidad creativa. Pero de toda su vasta producción, en el momento de la despedida recuerdo especialmente esas tardes de domingo en las que en riguroso directo, algo que sería impensable hoy día, acompañada de Iván Tubau recibía a la intelectualidad más avanzada y variopinta en los deshabitados estudios de TVE en Cataluña y, durante una hora, glosaban ideas, citas, libros y teorías en torno al amor. A todos los tipos de amor.

Digo que hoy en día un programa así sería imposible porque me da la impresión de que, si dejamos a un lado a los servicios informativos o un espacio del colorín (del corazón, no del amor de verdad), poner en marcha un programa de plató en la televisión pública en sábado o en domingo y movilizar a un equipo como se hace un lunes o un martes parece algo anacrónico. ¿Dónde ha quedado el concepto de televisión como fábrica de sueños, el concepto de TVE como gran factoría creativa donde bulle la actividad durante las 24 horas al día, 7 días a la semana? Curiosamente, hoy en día que hay emisiones continuas en directo, al menos, en dos canales, uno informativo y otro deportivo, la sensación es que llegado el fin de semana, como en cualquier Ministerio, la actividad se paraliza (y pido perdón a Radio Nacional por esta afirmación; qué duda cabe que no va por ellos).

Margarita Rivière seguro que estaba reflexionando sobre el estado de los mass media estos días. Como hizo desde siempre en sus apariciones.

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