Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

Roberto Arlt. Sevilla

El escritor argentino visitó la Semana Santa en 1935 y mostró a sus lectores la ciudad bulliciosa y caótica

En abril de 1935 el escritor argentino Roberto Arlt conoció la Semana Santa de Sevilla y dejó registro de su estupor y admiración en su columna Aguafuertes del periódico bonaerense El Mundo. La editorial madrileña Casimiro ha tenido la gracia de recoger ahora esas descripciones, a veces acertadas y muchas otras extravagantes, en un pequeño volumen que se titula escuetamente Roberto Arlt. Sevilla. Cualquiera de las escenas que el escritor recrea nos parece tan fuera de lugar a la luz de esta anómala primera luna llena de la primavera de 2021 que su lectura fascina de un modo especial. Entre los motivos que reclaman con mayor intensidad la mirada del escritor están las mujeres ataviadas de mantilla. "Ni en Cádiz ni después en Barbate, ni más tarde en Jerez de la Frontera, encontraba el tipo de mujer que Romero de Torres había pintado. Hasta que llegué a Sevilla", escribe. Podemos sonreír con algunos tópicos que el periodista perpetúa, impregnados de la visión romántica de los viajeros franceses, y sin embargo hay una candidez y un estilo desbaratado que también podemos compartir porque siempre hay algo que se nos revela sorprendente en la Semana Santa de Sevilla, incluso en su ausencia. Así le ocurre a Arlt con la interpretación del Miserere en la Catedral, otra tradición que por segundo año consecutivo hemos vuelto a perder.

Entre las imágenes que procesionan, la del Cristo del Cachorro -que él atribuye a Montañés, una errónea creencia todavía extendida en esos años- le parece, como la Macarena, "un espectáculo que emociona las sensibilidades más recias" y, aunque se extasía con el fabuloso valor de algunos pasos, con sus palios de oro y fanales de plata, su interés está del lado de la devoción proletaria, sin formalidades. "Durante la revolución en Triana, un gitano, que participaba del asalto de su iglesia, desenfundó su faca cuando vio que amenazaban con el fuego al Cristo llamado el Cachorro, y gritó 'De aquí nadie pasa'. Y nadie pasó", informa a sus lectores argentinos. Hasta se recrea en la cerámica de Niculoso Pisano, sobre todo en su portada del convento de Santa Paula, con un arrobo que ya quisiéramos hoy entre nuestros próceres.

Sevilla es una ciudad diferente a los ojos de Arlt y, un año antes del estallido de la Guerra Civil, estaba llena de turistas y ruidos de maletas, de hornillos ambulantes donde se freían torrijas, en las fondas no había sitio y se aprovechaba para dormir hasta el hueco de la escalera... Aquel bullicio de 1935 que tan exótico resulta hoy cuando faltan hasta los sonidos populares, esos pregones que él evocó así: "Voces. Voces infatigables. Gritan los vendedores de corujos, manises, roscas, mariscos, patatas fritas, avellanas, jeringas, pasteles, agua; gritan los vendedores de helados, pollos, bocadillos, barquillos, torrijas y guindas (...) El caos, el disloque".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios