Cuchillo sin filo

francisco Correal

Robinson

EL año pasado le dieron el premio Príncipe de Asturias a Xavi y a Casillas y ahora se lo vuelven a dar a otro mundialista. ¿Muñoz Molina mundialista? Verán. El día que se inauguró el Mundial de Italia 1990 Manuel Chaves empezaba en Granada la campaña electoral de las autonómicas que le llevó a San Telmo casi veinte años. En el mismo hotel, leyendo a Kipling en inglés y con un botellín de cerveza Alhambra, nos esperaba Muñoz Molina. Las fotos se las hizo Atín Aya y el resultado se publicó en una revista que dirigía Pedro Tabernero, que además hizo las veces de chófer y nos sufragó la comida con el escritor y la noche de hotel para que pudiéramos ver el partido inaugural del Mundial. Derrota de Argentina ante Camerún con gol de Oman Biyik.

Cuatro años después, el día que se inauguraba el Mundial de Estados Unidos 1994, volví a coincidir con Muñoz Molina. Llegué algo tarde, porque vi en el bar Veracruz el partido inaugural entre Alemania y Bolivia, a la que entrenaba Xavier Azkargorta. Ganaron los alemanes con un gol de Jürgen Klinsmann. Muñoz Molina presidía el jurado que le concedió a su paisano Juan Eslava Galán el premio Ateneo de Sevilla de novela por El comedido hidalgo. Dos de los tres escritores de Jaén que han conseguido el Planeta. Kissinger movió Roma con Santiago para que Estados Unidos organizara ese Mundial. Para ello tuvo que clasificarse en el anterior con la colaboración de un árbitro argentino que los favoreció en el partido decisivo contra Trinidad y Tobago. Me lo contó en Huelva, donde hizo de intérprete de unos cineastas jamaicanos, Jerry Thompson, un curioso personaje de Trinidad y Tobago del que conservo un libro-diario del rodaje de Beltenebros en la República Checa en el que trabajó como traductor en la adaptación que Pilar Miró hizo de la novela de Muñoz Molina con la explosiva Patsy Kensit al frente del reparto.

El Mundial de Francia 98 fue el único de la última década del siglo XX en el que no coincidí con Muñoz Molina en el partido inaugural. Un Brasil-Escocia que vi acompañado por una bufanda conmemorativa que mi tía Encarni me trajo de Edimburgo. El mundialista Muñoz Molina ha ganado la Copa del Rey (del siglo XXI), quien fuera Robinson urbano cuando Cruyff debutó de azulgrana contra el Granada. El paisano de Sabina que, en la maldad de otro príncipe de Asturias, Francisco Umbral, puso freno a la fiebre literaria de angloaburridos y neobercianos.

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