NUEVA disertación de España con el plus añadido de haber encontrado nuevos recursos. Ante esa Venezuela que supo ganarle hace poco a la Argentina de Messi, la selección nacional ofreció su enésimo recital de fútbol y de goles para dejar la sensación de que no hay problemas de futuro. Y es que cuando muchos pensábamos en que la participación de Xavi era tan fundamental como imprescindible, se demostró que no hay mal que por bien no venga y Del Bosque utilizó este tiempo de laboratorio para ponerle una vela al descanso del jugador imprescindible y otra a buscarle una alternativa válida.

Alternativa que a fe que la encontró ese extraordinario hombre de fútbol que es el señor marqués. Todo consistió en centrar la posición de Iniesta para que las cosas funcionasen igual que funcionan cuando es el genio egarense quien enarbola la batuta. Con el acompañamiento de Xabi Alonso y de Fábregas más la colaboración fundamental de Busquets, la orquesta sonó con su sincronismo habitual para solaz de crítica y público. Ítem más, la pareja de centrales que forman Ramos y Piqué para demostración inequívoca de que la retirada del gran Puyol no tendrá que representar drama alguno en el futuro de la selección primera del mundo.

Jordi Alba es otra solución más para un puesto que quizá fuese el menos contrastado en el equipo del doblete. El catalán quizá ofrezca más soluciones de las que daba Capdevila, sobre todo en la salida del balón. También mueve a la euforia el subidón de Navas, la irrupción descarada de Muniain, el estado de gracia en que vive Silva y la recuperación de Soldado para la causa nacional tras un lustro en la nevera. Ya no hay más ensayos antes de que salga la lista de convocados para la Eurocopa. Casi tres meses sin tocar nada es demasiado y ojalá no haya que arrepentirse para arremeter nuevamente contra el calendario, pero si el presente brilla, el futuro hoy asoma igual.